Opinión | Empresario

Limón & vinagre | Matthias Kühn: El Urdangarin de Norma Duval

El empresario alemán Matthias Kühn, marido de Norma Duval.

El empresario alemán Matthias Kühn, marido de Norma Duval. / David Martínez

Algo pasa si en el transcurso de una entrevista pactada con una revista del corazón con el feliz motivo de una boda, la novia menciona a Hacienda. Noviembre de 2022 en el pueblo suizo de Gstaad, lugar idílico donde se citan los millonarios de medio mundo para disfrutar de sus vacaciones de invierno. Se acaban de casar después de trece años de relación la vedette Norma Duval (67) y el empresario Matthias Kühn (66) ante solo dos testigos: una magistrada por parte de la contrayente y el abogado y hombre de confianza del novio. Los tres hijos de ella, las sobrinas a las que crió tras fallecer su madre y los dos de él no han podido cuadrar agendas. ¿Pero estos no habían roto? Sí, dos veces. Pero volvieron seis meses atrás y se comprometieron. Así lo relató la propia artista a la revista ¡Hola!: «Ahora ya todo es tranquilidad para los dos, para nuestro futuro juntos. Por eso me voy a vivir con mi marido a Suiza, aunque voy a estar mucho en España. No me voy a escaquear de Hacienda porque voy a hacer mis declaraciones como no residente y pagaré aquí para no tener problema, pero, lógicamente, mi sitio está en Suiza con mi marido». Gran aclaración no solicitada. Estos días, el matrimonio está en la palestra por la investigación judicial de un entramado de empresas del magnate para eludir presuntamente el pago de impuestos por un montante de 13 millones de euros. La querella de la Fiscalía Anticorrupción por alzamiento de bienes, insolvencia punible y estafa procesal incluye a Duval a título lucrativo, como posible beneficiaria de un trasiego de activos (al menos 300.000 euros entregados directamente) que han podido dejar huella en numerosos reportajes en papel couché. Otro sumario entretenido a la altura del protagonizado por la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.

La relación entre el alemán de Hamburgo y la barcelonesa fue un choque de trenes de personalidad, poderío y fama. Ambos vinculados a Mallorca desde la niñez, nunca se habían conocido en la isla donde ella siempre ha tenido casa y él negocios inmobiliarios, si esta palabra sirve para abarcar la actividad que ha convertido la isla en la segunda residencia de la Europa rica. Imprescindible desde su archiconocida marca Kühn&Partner con una veintena de oficinas antes de la crisis del ladrillo para entender la protodisolución de la idiosincrasia local a base de vender propiedades a germanos, se jactaba de recibir a compradores tan famosos como ansiosos, incluso los sábados por la noche. Entre sus clientes, también Adolfo Suárez, Sara Montiel y Florentino Pérez. Entre sus amigos, Paris Hilton, Michael Douglas o Boris Becker. «Todas las casas de Mallorca están en venta, salvo Marivent», le dijo al periodista Matías Vallés en una entrevista en 1997. Su emporio de lujo incluía la isla privada de Tagomago, en Eivissa, donde realizaría obras ilegales por las que fue condenado a seis meses de cárcel y una multa. Fue allí donde conoció a Norma Duval.

Ella finiquitaba un divorcio turbulento de su segundo marido, el productor José Frade, y para sacarla del pozo el propietario de ¡Hola! le propuso un reportaje sobre su nueva vida de soltera en Tagomago, publicitando a la vez el impresionante enclave como destino de élites necesitadas de privacidad. El flechazo se produjo cuando vio al apuesto Kühn descender del helicóptero, un gigante rubio y curtido del que ya no se separaría, y con el que ha compartido cientos de apariciones públicas, alfombras rojas y entrevistas exclusivas. Un hombre hiperactivo y arrollador conocido por sus arranques de mal genio que se mantiene en una excelente forma física gracias a una asidua práctica de deportes. Solo le falló la memoria cuando recientemente funcionarios de la Agencia Tributaria que registraron su casa de Mallorca para incautarse del contenido de sus ordenadores le solicitaron las contraseñas. No las recordó.

La investigación en curso ha venido a opacar la alegría que se llevó la pareja hace unas semanas, cuando el Tribunal Supremo dio la razón al empresario en su largo litigio contra la desclasificación de los terrenos donde pensaba construir la urbanización Muleta II en el municipio mallorquín de Sóller. El Govern balear deberá indemnizarle con 96 millones de euros por impedirle levantar treinta villas de lujo en un paraje que declaró espacio natural, un pellizco que descuadra las cuentas públicas, tal como reconoció la presidenta balear, Marga Prohens. «Lo vamos a celebrar a lo grande», aseguró la antaño musa del PP a Vanitatis. «Ha sido una travesía por el desierto con un sufrimiento para Matthias y para todos nosotros que no se paga con dinero». Es un decir.

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