Vaya por delante que soy comprensivo con los que mueren por la boca. Dado que yo también soy uno de ellos, parece lo normal. Es más, si lo pensamos un poco descubriremos que la mayoría de nuestros males provienen de individuos aparentemente mesurados y respetables. Pero ni siquiera este razonamiento me impide diferenciar los calentones castizos de los errores clamorosos y hasta malintencionados. Es el caso del reciente discursito de Peces Barba sobre los catalanes, que tuvo lugar en el décimo Congreso de la Abogacía Española. Refresquemos un pelín la memoria. A mediados del siglo XVII, el conde-duque de Olivares se encontró con el levantamiento de los catalanes y de los portugueses; según Peces Barba: "se tomó la decisión de dejar a Portugal y quedarnos con los catalanes", un hecho decisivo que le lleva a preguntarse: "qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado con Portugal y no con Cataluña. Quizá nos habría ido mejor." Y luego una guinda que rebasa la decencia: "No sé cuántas veces hubo que bombardear Barcelona. Creo que esta vez se resolverá sin hacerlo"

Sin entrar a fondo en el asunto, creo honradamente que Peces Barba tiene buena parte de razón. De haberse cumplido su hipótesis, Cataluña habría sido absorbida finalmente por Francia. Y ahora Barcelona sería la segunda ciudad de ese bienamado país, muy por encima de Marsella, Burdeos o Lyon. Para Francia también hubiera sido un chollo. Porque no es lo mismo que tu país acabe en los Pirineos o que tu culo se extienda hasta Peñíscola y puedas incorporar a tu nación las calas del Ampurdán, los vinos del Priorato, la barretina, el ball de bastons, la butifarra amb secas, y a genios como Adriá, Dalí o Miró. Además, la eterna rivalidad futbolera, entre Madrid y Barcelona, se habría reemplazado por la del Barcelona y el Paris St. Germain. Pero el denominador común seguiría siendo el Barsa. No el Madrid. Y por supuesto en Francia nos hubieran tratado mejor: menos penalties en contra, quiero decir. En cuanto a los libros, pues bueno, en vez de leer a Echegaray o a Baroja se habría leído a Proust, a André Gide, a Anatole France, etc. Cosa que en Cataluña, por cierto, se hizo de todos modos. Generalmente en francés.

¿Y yo? ¿Cómo habría sido mi vida? Para empezar, mis tatas no me habrían torturado con canciones de Sara Montiel sino con las melodías envolventes de Juliette Greco. Mis primeras pajillas hubieran sido a la salud de Brigitte Bardot y no de Conchita Velasco, es un poner. Las niñas de mi quinta habrían cambiado el Servicio Social por el aprendizaje de las canciones de Françoise Hardy. Tampoco hubiéramos tenido que colar por la frontera libros y revistas prohibidas, la cultura, ni mis amigas habrían tenido que ir a abortar a Perpiñán. Tampoco me hubiera tragado los novecientos muertos de ETA. Ni a Aznar, ni a Tejero. Ni esta crisis. Ni a tanto inculto ni a tanto maleducado. Qué chollo, Peces. Como para no pedirlo de rodillas.