Cada vez falta menos para las elecciones generales. Y cada vez se hace más grande la diferencia de votos previstos entre los dos principales partidos del país. En paralelo, se ensombrece el panorama económico al tiempo que se extiende el clamor de quienes discrepan de cómo están llevándose las cosas. Abundan los mensajes por Internet que aconsejan estrategias electorales para sabotear un sistema que pierde crédito entre la gente de la calle; mientras tanto, sin embargo, la maquinaria de los partidos avanza como si la cosa no fuera con ella. A medida que se acerca el día D los líderes perfilan su silueta. Y, si damos crédito a los sondeos, el cuadro resulta de lo más curioso. La carrera de Rubalcaba, un valor seguro al que, sobre el papel, le tocaría por fin dar el salto definitivo, se enfrenta a la perspectiva de una brusca y desairada caída del telón. Por otra parte Rajoy, tras atravesar el desierto particular de la derrota y el cuestionamiento interno, sube como la espuma a lomos de las encuestas. Con un mérito añadido: el nulo desgaste de estos años en que, de cara a la opinión pública, se ha limitado a descalificar todas y cada una de las iniciativas del Gobierno. Magnífica actuación de quien hoy detenta un poder absoluto entre sus filas.

Claro que la semana también ha dado para más. Por ejemplo, para que otra isla, la del Hierro, nos amenice los telediarios con el preludio de una erupción volcánica. Ignoro si cuando lean ustedes estas líneas el amago habrá tomado cuerpo definitivamente; no deja de resultar irónica la posibilidad de que en el Atlántico emerja un islote nuevo igual que ocurrió hace pocos años en Islandia, ahora que para muchos Islandia es el nuevo nombre de la plaza de España palmesana. Aunque por aquí no necesitamos esos fastos de la Naturaleza. Nos basta con el festival que se montó el domingo en el paseo marítimo a ritmo de mariachi. O, espectáculo por espectáculo, con la visión del "USMC John Paul Bobo" en la bahía.

Ésta, asimismo, ha sido la semana en que la inefable Standard and Poor´s nos puso un notable bajo... y en que, para asombro del cuerpo de infantería, la bolsa y la prima de riesgo españolas reaccionaron con un castizo "A mí, plin". La semana en que se empezó a hablar de acabar con la sacrosanta institución de los "puentes" (cómo no estará el patio para que el asunto no haya levantado apenas polvareda y los sindicatos digan que "podemos discutirlo"). La semana en que las blackberries decidieron mutar y convertirse en simples teléfonos móviles. La semana, en fin, en que para bochorno del llamado "primer mundo" se celebró el Día Mundial de la Alimentación con unas cifras de hambrientos que levantan ampollas. Y no hay que mirar a Somalia: según UNICEF, el 22% de los menores de origen inmigrantes que residen en España viven en la pobreza, un porcentaje que duplica el de los jóvenes autóctonos. Hay crisis y crisis.