"¿Qué necesitaríamos si algún familiar nuestro, o nosotros mismos, tuviéramos una enfermedad terminal?". La médico de Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Joan March, Catalina Rosselló, pidió ayer al los asistentes del abarrotado auditorio del Club Diario de Mallorca, que reflexionaran durante veinte segundos sobre esta cuestión. Ella misma respondió que se han hecho estudios en los cuales coinciden muchas de las siguientes necesidades: "Tener un buen control de síntomas y del dolor, disponer de la atención y el apoyo de un equipo experto, poder mantener la máxima autonomía, disponer de un entorno acogedor y tener la garantía de no ser abandonados", entre otras. "Los cuidados paliativos intentan dar respuesta a estas necesidades", aseguró la médica.

Rosselló aseguró que los avances tecnológicos han hecho que la medicina haya estado más interesada en diagnosticar y curar enfermedades que en atender y aliviar el sufrimiento de las personas que mueren. En cuidados paliativos, según explicó la médico, pasan de la enfermedad a la persona, de curar a cuidar, de luchar contra a la muerte a aceptarla y acompañar su proceso, de tener en cuenta el dolor físico a considerar el dolor total, "el dolor del alma". Y acabó: "ayudar a un enfermo a tener una buena muerte es un ideal tan importante como evitarla".

En la mesa de debate sobre la negación de la muerte también intervinieron la profesora tutora de Antropología de la UNED, Sara Pastor, y el psicoterapeuta y especialista en duelos, Jordi Gil.

La importancia de los rituales

La antropóloga Sara Pastor explicó que los rituales, entendidos dentro de la teoría antropológica, son importantes porque ofrecen a los supervivientes, ante una pérdida, la función de "curación, prevención, alivio del sentimiento de culpa, tranquilidad, consolación y revitalización". "El rito cumple una función terapéutica, necesaria, para el equilibrio mental para los supervivientes". Son recursos, pues, que ayudan a expresar el duelo. La profesora remarcó que su decadencia (del rito) en la época actual puede resultar perjudicial para los dolientes, y que "el escamoteo del duelo es especialmente palpable en una sociedad con prisas, de la inmediatez". Y advirtió de que nada es más perjudicial que un duelo frustrado o que no puede expresarse."El duelo es una rendición"

Por su parte, el psicoterapeuta Jordi Gil manifestó a los asistentes que no le gusta hablar de "fases del duelo". "Cuando estás ante una situación de pérdida, tienes días de mucha rabia, otros de mucha tristeza, otros, de repente, te sientes bien, pero al día siguiente vuelves a caer. No hay fases, todo se mezcla". Comentó Gil que poco a poco uno va tomando consciencia de lo que ha pasado, del dolor, de la emoción, de que el difunto ya no está. El psicoterapeuta intentó ilustrar el duelo con el otro significado de la palabra: la lucha entre dos. "Al principio es una lucha para que el otro vuelva, pero el final es una renuncia. Al final tiras la espada al suelo. Y caes y lloras, y comprendes que el otro ya no estará más".

El emotivo encuentro de ayer en el Club terminó con una rueda de preguntas, y al final se apagó la vela que estuvo encendida durante todo el tiempo un pequeño símbolo, para, como dijo Alberto Fraile, coordinador del Club y mediador de la mesa, "cubrir ese hueco que muchos seres queridos han dejado en nuestro corazón".