El obispo de Mallorca, Jesús Murgui, adoptó el jueves la decisión drástica –e insólita en Mallorca– de prohibir el ejercicio público de su ministerio al párroco de Can Picafort y ayudante de Pollença, Pere Barceló, tras conocer recientemente varios testimonios incriminatorios contra el sacerdote, por una presunta conducta de abusos sexuales hace años.

Entre ellos, el más destacado ha sido el de una joven que puso en conocimiento de la asociación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados) los supuestos abusos de que habría sido objeto por parte de Barceló cuando ella era menor de edad, en una localidad que no era Can Picafort, y en el ejercicio de sus responsabilidades pastorales. RANA expuso posteriormente los supuestos hechos al prelado, y ello fue el detonante para que Murgui ordenara una investigación interna al sacerdote, que se inició hace varias semanas.

Cambio de postura

La Iglesia de Mallorca ha cambiado pues su actitud, puesto que en 1998 un catequista de la parroquia de Can Picafort ya denunció un supuesto caso de pederastia del que él fue testigo en la rectoría, y la respuesta de la jerarquía de entonces fue hacer caso omiso y mantener a Barceló en el cargo estos últimos 13 años. En esta ocasión, el obispo no solo ha ordenado que se investiguen los hechos, sino que a la vista de la gravedad de las acusaciones, ha decretado medidas cautelares para apartar al rector de cualquier actividad pastoral u oficio litúrgico.

En el comunicado en el que hizo públicas estas medidas, el Obispado las justificaba "ante las informaciones" recibidas "sobre una presunta conducta irregular cometida en el pasado por un sacerdote". Un portavoz del Obispado confirmó ayer a este diario que el prelado en persona "recibió no una denuncia, porque denuncia como tal no ha habido ninguna, pero sí se le comunicaron personalmente unos hechos, que él mantiene en secreto y ha ordenado que se investiguen".

Beatriz Benavente, psicóloga y coordinadora de RANA, explica que reciben muchas visitas de personas adultas que relatan haber sufrido maltratos o abusos sexuales infantiles, en búsqueda de asesoramiento y ayuda. "Una de estas usuarias nos explicó su caso, que tenía que ver con este cura, y por eso lo pusimos en conocimiento del Obispado, que hay que decir que actuó de inmediato y aplicó su protocolo, cosa de la que nos congratulamos". Benavente alaba la determinación de Murgui en este sentido.

Cabe decir que el Papa endureció el año pasado la normativa canónica para atajar la pederastia en el seno de la Iglesia. La nueva doctrina de Benedicto XVI es ´tolerancia cero´ ante la mínima sospecha sobre un sacerdote. En el caso de Barceló, lo más probable es que el caso termine en un juicio ante el tribunal eclesiástico.