Bocata de mortadela para almorzar, bocata de mortadela para cenar. Sigue sonando a leyenda urbana, pero es la cruda realidad. Los políticos y empresarios detenidos por corrupción en Balears no viven sus primeras horas de reclusión con mejores condiciones que el resto de delincuentes, y comparten el mismo menú light y nada variado: el bocadillo de embutido de rigor, dos veces al día, o en su defecto un botellín de leche de vaca, como alternativa. No hay más platos a elegir, ni tampoco postre, sólo agua envasada.

El ex conseller de Turismo y destacado político de UM, Francesc Buils; el dueño de Canal 4 y concesionario de los servicios informativos de IB3, Jacinto Farrús; y Gabriel R. M. y Juan Carlos E. P., propietarios de la empresa de telecomunicaciones Minser, pasaron el lunes su primera noche en los calabozos de la Jefatura superior de Policía nacional de Palma. Según ha podido saber este diario, los cuatro siguieron la misma dieta, tanto al mediodía como por la noche.

Incomunicados

En esta ocasión, los imputados por la operación Voltor no compartieron celda con presos comunes, sino que permanecieron incomunicados. Durante la primera fase de detenciones, sólo Antoni Oliver, el ex director general de Calidad Ambiental del Govern, y anteriormente gerente del Inestur, estuvo en esa situación. El resto de sus compañeros de UM, desde el ex conseller de Turismo Miquel Nadal, al ex presidente de UM, Miquel Àngel Flaquer, o el ex alcalde de Porreres, Joan Sastre, se alojaron con otros presos acusados de delitos ajenos a la corrupción, mayormente por pertenecer supuestamente a una red de narcotráfico desmantelada por la llamada operación Dorado.

Por el contrario, ahora Buils, Farrús y los dos otros arrestados permanecen cada uno en un calabozo individual, para evitar que compartan información entre ellos que pudiera perjudicar el transcurso de la investigación.

El hecho de tener que compartir camastro y paredes con los presos comunes provocó a su salida muchas protestas por parte de los políticos de UM arrestados en primer lugar en el marco de la operación Voltor. En conversaciones con dirigentes del partido a los que contaron su experiencia, los detenidos denunciaron las malas condiciones de los calabozos, la comida a base de mortadela exclusivamente, y sobre todo tener que dormir con "yonquis y borrachos", la falta de intimidad, los olores, las dificultades para hacer las necesidades fisiológicas, la escasez de higiene o el trato "como si fueras basura", se quejaba uno de ellos.

Desde la Policía se defiende que no hay ningún favoritismo, que estas son las reglas para todos los detenidos, y que se cumple a rajatabla el protocolo, sin distinciones. Uno o dos agentes, según el turno, hacen ronda las 24 horas en el sótano de la comisaría, donde se localizan las celdas, para custodiar a los arrestados, conducirles hasta los servicios o atender alguna otra solicitud de su parte. Será hoy cuando previsiblemente Buils, Farrús y los otros dos arrestados pasen a disposición judicial.