Yang llegó hace siete meses de China y encarna el perfil que más se repite entre los clientes de Illes, la primera autoescuela de Balears enfocada a la comunidad china. Yang, como tantos otros compatriotas recién aterrizados, no entiende apenas el español. Pero eso no ha sido un impedimento para aprobar el examen teórico de conducir a la primera y tras sólo un mes de preparación. Sólo fue un mes a clases, pero, eso sí, de forma intensiva: llegaba a la autoescuela a las diez de la mañana y no se iba hasta las ocho de la tarde; los fines de semana seguía estudiando desde su casa. Ahora tiene que enfrentarse al práctico, una prueba que le parece más difícil.

"En el teórico no hace falta hablar, pero en el práctico tienes que entender lo que dice el profesor", razona Li Hong, que explica que no todos los examinadores son comprensivos con los aspirantes extranjeros. Esta mujer, que lleva más de una década viviendo en Mallorca, y su marido, Iván Ayala, son los responsables de este negocio único que comenzó a funcionar en junio de 2009 en la calle Colliure y que, empujado por el éxito, pronto se trasladará a un local mejor en Pere Garau.

Con la crisis económica ya desatada, Li e Iván temían por sus puestos de trabajo. Echaron un ojo a su alrededor y sacaron cuentas: en invierno hay 7.000 chinos en Balears y en verano son entre diez y doce mil. Y casi todos tienen negocio propio y necesitan carnet de conducir (muchos incluso circulan sin permiso). El filón estaba ahí y nadie lo vio. Ellos se lanzaron. Lo cierto es que al tener él más de 15 años de experiencia en distintas autoescuelas y habiendo nacido ella en China y contando con estudios de contabilidad, Iván y Li constituían la pareja perfecta para esta aventura empresarial. Comenzaron haciendo publicidad en los medios y negocios chinos de Palma y el boca a boca hizo el resto.

Ahora, nueve meses más tarde, parece que las cosas no podían ir mejor y no sólo atraen a chinos, sino también a otros inmigrantes que "aquí se sienten más cómodos" y a españoles que están a punto de tirar la toalla con el carnet. Sus estudiantes aprueban siempre la teórica a la primera (ya tienen 40 clientes con carnet y circulando) y cuentan con unas 130 personas matriculadas. Antes, los chinos residentes en el archipiélago se iban a Barcelona o a Valencia para sacarse el carnet, donde es más común que haya autoescuelas enfocadas a esta nacionalidad. Hoy, son los chinos residentes en esas comunidades los que vienen aquí para sacarse el carnet, atraídos por unos precios más bajos. Este matrimonio quiere seguir atrayendo a estos clientes peninsulares, apostar por este potencial nicho de mercado, y para ello planea insertar publicidad en la prensa china nacional.

¿Cómo se enseña a conducir a una persona que ni siquiera sabe español? A Iván le hubiera sido muy útil el sistema de enseñanza por vídeos y neolectores con palabras sencillas que Tráfico permitía utilizar antes con aquellas personas que apenas sabían leer. Pero lo quitaron. Iván se buscó un método alternativo del que prefiere no dar muchos detalles, aunque lo que está claro que es necesario (además de materiales traducidos) es mucha memoria y constancia por parte de los alumnos, y mucho paciencia por parte de los profesores.

"Tuvimos una profesora que a la semana lo dejó por estrés", cuenta y es que, dice Li, "es como enseñar a niños pequeños". La barrera del idioma supone un trabajo extra para la autoescuela y por ello los precios se fijan en función del dominio del español que tengan los estudiantes. Li es la que se encarga de traducir y elaborar los materiales, como las hojas de vocabulario con las principales consignas que les puede soltar el examinador en la prueba práctica (véase el gire la primera a la izquierda o el temible aparque cuando pueda). Los alumnos memorizan e interiorizan esas expresiones para saber qué tienen que hacer cuando las oigan.

Iván y Li no pueden evitar sentirse orgullosos de sus alumnos, que gracias a su motivación y constancia aprueban más rápido que la mayoría de los nacidos aquí.