Facsa aboga por un cambio de paradigma, apostando por la sostenibilidad y la preservación como aspectos prioritarios en la manera de utilizar los recursos hídricos, un modelo basado en la gestión de la demanda, la administración con criterios de economía del agua y la conservación y restauración de ecosistemas acuáticos.

Apuesta además por la mejora de la gobernanza, reduciendo la complejidad del modelo de gestión y armonizando las metodologías para la definición de tarifas. Propone, asimismo, la creación de un Fondo Nacional de Agua que fomente la inversión en infraestructuras y el impulso de un Pacto Nacional del Agua con el fin de que las instituciones trabajen conjuntamente para mejorar la gestión y asegurar el cumplimiento de la normativa europea.

Otro aspecto que aborda es la actualización y modernización de infraestructuras hidráulicas, la falta de inversiones estructurales en las infraestructuras del agua es un grave obstáculo que impide abordar los desafíos medioambientales y económicos. Así como lo es la gestión de la demanda para impulsar la eficiencia en su uso y aliviar la presión sobre el recurso.

Resulta esencial incorporar los paradigmas de la economía circular a la gestión del agua, que reduce el consumo del recurso, minimiza el impacto ambiental y crea oportunidades económicas y de empleo, así como aumentar el uso de recursos no convencionales para satisfacer la creciente demanda de agua y mejorar la seguridad hídrica, al igual que promover las soluciones basadas en la naturaleza, que incluyen infraestructuras verdes y la naturalización de las existentes.

Para llevar a cabo este nuevo modelo es vital la inversión en digitalización, investigación e innovación, base de todos los avances y mejoras en el sector, así como la colaboración público-privada para la mejora de los servicios y la reducción de los costes.