Se trata de un ambicioso proyecto iniciado en 2021 por el Obispado de Mallorca para evitar la degradación del edificio levantado por el Rei Jaume II en 1309 y reconvertido en convento de las monjas concepcionistas franciscanas de clausura en 1583, uso que se mantuvo hasta la marcha de las últimas religiosas en el pasado año 2016.