El Govern ofrece, según el grado de dependencia, acompañamiento para las personas que lo requieran. Un servicio que, en palabras de Catalina Grimalt, es magnífico porque si lo tuviera que costear sería muy difícil, «por no decir imposible».

Los trabajadores familiares se han convertido en las manos y los ojosde las personas más vulnerables, aquellos que se niegan a ingresar en una residencia.