El guitarrista flamenco Raimundo Amador cree que a pesar de que el mundo gitano ha evolucionado mucho, todavía queda bastante trabajo por hacer para lograr su reconocimiento. En este sentido aboga porque "todos aportemos lo que podamos para conseguir que la cultura y el pueblo gitano tengan el reconocimiento que se merecen".

–¿Qué papel puede jugar la música en la labor de integración del pueblo gitano?

–La música es la mejor herramienta como vehículo de esa integración cultural que necesita el pueblo gitano, el flamenco es la mejor apuesta, debe ser el eje de ese proceso. Un artista como yo, que también tiene sus problemillas, lo tiene más fácil. El otro día alguien me preguntaba por el mito de la Guardia Civil: ahora mismo hay agentes que me paran para saludarme y otros para fastidiarme, pero los que aún no he conseguido que me paren son los taxistas. En cuanto ven mis pintas echan a correr. Como popularmente se dice, al tema de la integración hay que darle caña, hay que conseguir que todos los gitanos nos entreguemos a la causa y que los que no son de mi etnia nos den un voto de confianza para que tengamos fe en esa integración. Por eso sería bueno que los demás se pusieran en nuestro lugar, que pensaran al contrario.

–¿El pueblo gitano sigue siendo un gran desconocido?

–Para la inmensa mayoría de la gente nuestro mundo es un punto y aparte, pero no somos desconocidos para los entendidos. Nosotros tenemos la fuerza. Hay sitios donde el colectivo gitano está más avanzado y esos son los que deben enseñar al resto. El pueblo gitano ha volcado toda su fuerza en el flamenco; nosotros solemos estar callados y lo que tenemos que decir lo decimos con la música.

–¿Dónde reside la esencia del arte gitano?

–La esencia de nuestra música es que no es de estudio, que se aprende en casa, de chiquititos, que es una música de raíces como el blues o el funky. El flamenco ha evolucionado y por eso en un bolo ves gente con maletines de ejecutivo o con crestas en la cabeza que no hubieran coincidido en ningún otro sitio.

–Los puristas rechazan las influencias que está incorporando el flamenco...

–A mí me gusta que lo que se hace se empape bien de la fusión, que se beba mucho de las fuentes para que esa fusión resulte natural. Yo escucho música hindú, africana, árabe y su influencia la incorporo a mis raíces flamencas. Me gusta mezclar el flamenco con el blues y el rock y de todo eso sale un gran abanico musical. Al principio éramos una cosa rara, pero ahora somos innovadores.

–¿En qué está trabajando en estos momentos?

–Estoy en plena promoción de mi último disco, el sexto, que siento como algo muy personal porque lo he producido con mi hijos. No vendemos muchos discos, porque la gente se los baja de Internet, pero estamos contentos. Llevaba ya siete años sin grabar y creo que mi público se merecía un trabajo como éste en el que se han quedado muchos temas fuera.