Elisabeth Eidenbenz, una maestra protestante suiza que entre 1939 y 1944 salvó las vidas de unos 600 niños y sus madres españolas republicanas, judías y gitanas en la localidad de Elna, en el sur de Francia, ha recibido la Gran Cruz de la Solidaridad.

La secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, entregó el galardón a la anciana de 93 años y destacó en un acto festivo celebrado en la embajada española en Viena los méritos y la entrega de Eidenbenz, que había trabajado también durante la guerra civil en España.

En la maternidad que instaló en un caserón restaurado y con la ayuda de una obra humanitaria suiza cerca de Perpiñán, con alimentos procedentes de Suiza, consiguió crear un ambiente de acogida que garantizó el bienestar de las madres y sus bebés. Eidenbenz supo crear para las parturientas y los neonatos una "isla de humanidad", de serenidad y paz en medio de un mundo impregnado por los horrores de la guerra y del fascismo, de modo que pudieron abrigar confianza en el futuro, señaló Valcarce.

Según declaró la homenajeada en Viena, todavía mantiene contacto con los niños nacidos aquellos años, que para ella también fueron los más importantes de su vida.

Uno de esos pequeños que vinieron al mundo entonces en Elna pidió en 1991 su partida de nacimiento y descubrió así el nombre de la mujer a la que tiene mucho que agradecer. El hombre pudo averiguar el paradero de Eidenbenz en Austria y en 2002 consiguió reunir a medio centenar de quienes deben su vida a la mujer animada por el impulso de ayudar a las parturientas hambrientas y debilitadas.

Eidenbenz -condecorada en 2002 con la Medalla de los Justos entre las Naciones del Estado de Israel- ayudó a nacer a unos 400 niños españoles de mujeres internadas en los campos de Argéles, Rivesaltes, Bacarés y St. Cyprien, en el sur de Francia.

A principios de 1939, miles de españoles republicanos derrotados en la guerra civil cruzaron la frontera hacia Francia y fueron internados en denominados ´campos de acogida´, que en realidad eran campos de concentración, sin condiciones sanitarias, donde los internados pasaban hambre y frío. En esas condiciones miserables, donde se dio prioridad a los heridos y enfermos ante las mujeres embarazadas, la mortalidad infantil entre los recién nacidos era de un 95%.

La joven maestra arriesgó su vida porque a partir de 1944 ocultó el origen étnico de unos 200 niños judíos y gitanos falsificando el registro y dándoles nombres españoles.

Posteriormente fue perseguida por los nazis y detenida por la Gestapo.