Las abejas pueden electrificar el aire hasta 1.000 voltios por metro, más que una tormenta eléctrica, según sugiere una nueva investigación. Los enjambres producen tanta electricidad que pueden afectar el clima local, produciendo variantes en la dirección del polvo para dar forma a patrones climáticos impredecibles.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, ha comprobado que la carga eléctrica de los insectos puede causar cambios en la electricidad de la atmósfera, que son comparables con los procesos climáticos. En un estudio publicado recientemente en la revista iScience, los investigadores midieron los campos eléctricos cerca de un enjambre de abejas y descubrieron que los insectos pueden producir tanta carga eléctrica atmosférica como una nube de tormenta. 

Este tipo de electricidad no solo les ayuda a encontrar comida, sino que además puede dar forma a los fenómenos meteorológicos. Los científicos británicos, liderados por el Dr. Ellard Hunting, concluyen en su trabajo que la actividad de los seres vivos pueden tener un impacto en la electricidad atmosférica y debería tenerse en cuenta en los modelos climáticos.

Un impacto a tener en cuenta

Los pequeños cuerpos de los insectos pueden adquirir carga positiva mientras se alimentan, por ejemplo por la fricción de las moléculas de aire contra sus alas, que se mueven rápidamente. En el caso de las abejas, pueden agitar sus alas más de 230 veces por segundo. También pueden adquirir carga por aterrizar en superficies cargadas eléctricamente. Sin embargo, se suponía que los efectos de estas diminutas cargas eran a pequeña escala: ahora, el nuevo estudio muestra que los insectos pueden generar una cantidad impactante de electricidad.

Verificaron que los enjambres de colmenas de abejas cambian la electricidad atmosférica de 100 a 1.000 voltios por metro, aumentando la fuerza del campo eléctrico que normalmente se experimenta a nivel del suelo. A partir de esto, el equipo desarrolló un modelo que puede predecir la influencia de otras especies de insectos: las langostas, por ejemplo, que se mueven en grupos de 80 millones de individuos, podrían tener una influencia mucho mayor que la de las abejas.

Según una nota de prensa, en estudios previos el equipo de especialistas analizó cómo los diferentes organismos utilizan los campos eléctricos estáticos presentes en el ambiente en el cual interactúan: así demostraron que las abejas y las arañas usan campos eléctricos que rodean las flores para buscar alimento y migrar. Ahora, al medir la electricidad atmosférica cerca de un enjambre de abejas en vuelo, la nueva investigación es la primera en reconocer a la biología como una fuente de carga eléctrica en la atmósfera.

Similar a las variaciones meteorológicas

Los resultados indican que el enjambre de abejas contribuyó directamente a la electricidad atmosférica, en proporción a su densidad. Los científicos evaluaron su relevancia calculando la contribución eléctrica de varios tipos de enjambres de insectos y comparándola con fuentes de carga abióticas, o sea fenómenos físicos y no biológicos. 

De esta manera, determinaron que la contribución de carga de algunos enjambres de insectos, como el de las abejas, puede ser comparable con la carga producida por las variaciones meteorológicas. Por lo tanto, el transporte de carga eléctrica observado en los insectos demuestra un papel inexplorado hasta el momento de la carga biológica, con impacto real en los procesos físicos y ecológicos de la atmósfera.  

Además, es probable que el fenómeno observado también sea relevante para otros organismos en la atmósfera que transportan una carga eléctrica, como por ejemplo los microbios y las aves. Los investigadores piensan que sería interesante estudiar cómo estos organismos interactúan con otros procesos atmosféricos, como los flujos de iones y aerosoles.

Referencia

Observed electric charge of insect swarms and their contribution to atmospheric electricity. Ellard R. Hunting, Liam J. O’Reilly, R. Giles Harrison, Konstantine Manser, Sam J. England, Beth H. Harris and Daniel Robert. iScience (2022). DOI:https://doi.org/10.1016/j.isci.2022.105241