La Guardia Civil de Mallorca investiga cada mes cincuenta estafas en internet

Los agentes advierten sobre la excesiva exposición y la falta de medidas de seguridad

Tres guardias civiles del Equipo de Investigación Tecnológica (Edite), en sus oficinas de Palma.

Tres guardias civiles del Equipo de Investigación Tecnológica (Edite), en sus oficinas de Palma. / X.P.

Xavier Peris

Xavier Peris

En una oficina en los sótanos de la Comandancia de la Guardia Civil de Palma, un grupo de agentes rastrean la red con potentes ordenadores a la caza de ciberdelincuentes. Son el Grupo Arroba, integrado en el Equipo de Investigación Tecnológica (Edite), un grupo de reciente creación especializado en la lucha contra la delincuencia informática, un fenómeno que ha crecido exponencialmente en los últimos años, y que cada mes investiga unas cincuenta denuncias en Mallorca, la mayoría por estafas.

El Grupo Arroba investiga las denuncias que se recogen en los puestos de la Guardia Civil de la isla por delitos cometidos a través de internet. En los cometidos más técnicos, como el volcado de ordenadores o los teléfonos móviles intervenidos a los delincuentes, cuentan con el apoyo de los especialistas del Edite. Todos ellos son guardias civiles que han recibido una formación específica en informática. Aunque el Edite funciona desde 2016, la eclosión de delitos cibernéticos llevó a la Dirección de la Guardia Civil a la creación en 2021 de los grupos Arroba en todas las comandancias de España. Estas modalidades delictivas experimentaron un enorme auge durante los meses del confinamiento por la pandemia, cuando la población incrementó sus actividades en la red.

Interceptación de correos

Las estafas concentran el mayor número de delitos que se cometen en la red. «La modalidad más en boga en la actualidad es la que se conoce como Man in the middle», comenta uno de los técnicos del Edite de la Guardia Civil de Mallorca. El método es muy simple: los estafadores suplantan el correo de una empresa proveedora de servicios y comunican a sus clientes que han cambiando el número de cuenta en donde deben realizar los pagos. Si el engaño cuela, los delincuentes no tienen más que sentarse a esperar que les ingresen el dinero. Esta modalidad fue la que utilizaron en una de las estafas más cuantiosas detectadas en Mallorca: un millón de euros a una empresa náutica de Puerto Portals.

Otra modalidad delictiva en auge es la denominada spoofing. Consiste básicamente en la suplantación del número de teléfono de un organismo, por lo general una entidad bancaria. La víctima recibe un mensaje telefónico desde el número que tiene grabado de su banco, en el que le informan de que ha recibido un cargo sospechoso. Le incluyen un link, que remite a una página falsa, que simula perfectamente la de su banca online, y una vez allí le solicitan sus claves de seguridad para anular el supuesto cargo fraudulento. Con esos datos en su poder pueden vaciarle su cuenta bancaria.

«Estas organizaciones pueden suplantar cualquier número de teléfono», advierte uno de los agentes del Equipo Arroba. «Y juegan con los nervios de la víctima. Por lo general te envían un aviso de que se ha cargado en tu cuenta un abono muy cuantioso. No te piden los datos desde un principio, y en las conversaciones telefónicas mantienen el engaño de una forma absolutamente creíble. Algunos denunciantes nos explicaron que les llegaron a contestar en mallorquín, fingiendo ser empleados de su oficina bancaria». El envío de estos mensajes fraudulentos es masivo. La Guardia Civil ha detectado un centenar en los primeros meses del año, a razón de unos treinta al mes.

Otra práctica es el ransomware o secuestro de datos. Abrir un correo aparentemente inofensivo puede provocar que infecten un ordenador con un virus. Los delincuentes encriptan los datos y la víctima pierde todos sus archivos. Lo siguiente que recibe es un mensaje solicitando un rescate para recuperarlos.

Los investigadores explican que se trata de delitos muy difíciles de resolver. Los autores pueden estar en cualquier país del mundo. De hecho, en Rusia hay auténticas fábricas de hackers, con cientos de trabajadores dedicados a estas actividades. Por eso hacen un llamamiento a que las víctimas denuncien cuanto antes. Esto puede permitir que se bloqueen las transferencias y puedan recuperar su dinero.

En el caso del spoofing, la suplantación es unidireccional. Esto implica que si la víctima del intento de estafa llama a su oficina bancaria, le atenderán en el número real y podrá descubrir el fraude. Por eso los estafadores hacen todo lo posible para mantener la llamada y apremian al cliente para que haga el trámite online sin colgar el teléfono.

La Guardia Civil insiste también en la necesidad de proteger nuestros datos. En muchos casos los números de teléfono son visibles en los perfiles de las redes sociales y esta información se vende en la internet oscura. También alertan sobre la falta de medidas de ciberseguridad en muchas empresas.

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