Sus días de fiesta en Mallorca empezaron con mal pie. Nada más aterrizar en la isla en un vuelo procedente de Düsseldorf, la Guardia Civil le estaba esperando. Al salir del avión, los agentes le detuvieron por abusos sexuales. La diversión junto con un grupo de quince amigos le duró bien poco a este pasajero alemán de mediana edad. El turista germano fue arrestado en estado ebrio por presuntamente haber tocado las nalgas a una azafata en pleno vuelo.

La empleada, cansada de la actitud de parte del pasaje, no aguantó más y, tras constatar que era la segunda vez que le tocaban los glúteos, denunció los hechos a sus superiores de la tripulación. El sobrecargo intervino de inmediato y pidió explicaciones al pasajero sospechoso. El hombre, de unos 40 años, al verse descubierto, se avergonzó y acabó pidiendo perdón. Pero la azafata no aceptó sus disculpas alegando que era la segunda vez que le pellizcaban en las nalgas.

El pasajero germano finalmente fue detenido por la Guardia Civil del puesto de Son Sant Joan en cuanto pisó la isla. Desde la terminal mallorquina fue trasladado al juzgado de guardia de Palma, donde admitió que había tocado a la trabajadora de la aerolínea en una ocasión como una gamberrada o una broma. El sospechoso negó que hubiera actuado con ánimo libidinoso o sexual. Dijo que no sabía en qué zona le había dado si en la espalda, el muslo o las nalgas. Según su versión, al percatarse de su falta de respeto, pidió perdón e indicó que estaba muy arrepentido. La magistrada de guardia de la ciudad le dejó en libertad.

El hombre, apesadumbrado por lo ocurrido, nada más quedar libre llamó por teléfono a su mujer, a quien relató el episodio. Se mostró avergonzado y abatido. Sus amigos le esperaban en un hotel de la zona de la Playa de Palma cuando ya anochecía. El primero de los tres días de fiesta en Mallorca que había planeado con sus colegas se había truncado ya.

Los hechos ocurrieron el pasado lunes al mediodía cuando el turista germano, originario de Hamburgo, se hallaba en un vuelo junto con quince amigos con destino a Palma. El avión había despegado en Düsseldorf. Allí, antes de coger la aeronave, habían estado bebiendo alcohol. El grupo venía a pasar tres días "de fiesta" en Mallorca, de lunes a miércoles.

Pasajeros bebidos

Momentos antes de emprender el viaje en avión, varios de estos pasajeros ya iban ebrios. Durante el vuelo, empezaron a hacer gamberradas y bromas. El sospechoso, que se sentaba en medio entre dos colegas, alargó su mano cuando pasaba la azafata por el pasillo y supuestamente la tocó en las nalgas. Estos hechos se produjeron dos veces, por lo que en la segunda ocasión, la empleada reaccionó muy indignada y comunicó a sus superiores lo sucedido. Según la víctima, le habían pellizcado los glúteos dos veces. El sobrecargo llamó la atención al pasajero, quien posteriormente se disculpó y argumentó que estaban haciendo el tonto, bromeando, y que no tenía ninguna intención sexual. El turista recalcó que solo había tocado a la azafata en una ocasión.

La cosa no quedó solo ahí. Se informó de lo ocurrido en cabina y, cuando el avión aterrizó en Palma, al desembarcar el pasaje, la Guardia Civil arrestó al sospechoso por abuso sexual.

Sobre las cuatro de la tarde de ese mismo lunes, el detenido se acogió a su derecho a guardar silencio en las dependencias del instituto armado en Son Sant Joan. Horas después, fue puesto a disposición judicial en Vía Alemania, en Palma. El germano mantuvo su versión de que solo tocó una vez a la azafata como una gamberrada y reconoció que había sido una falta de respeto y, por ello, pidió perdón. Insistió en que no sabía en qué zona la había pellizcado. A últimas horas de la tarde, quedó libre por orden judicial. El hombre tenía los ojos enrojecidos y vidriosos. Su rostro reflejaba una mezcla de susto y vergüenza. Un primer día de fiesta en la isla que le costará olvidar.