La Audiencia de Palma ha condenado a dos guardias civiles por vejar y humillar a un menor de 16 años en la playa de Magaluf en el verano de 2011 tras abofetearle y obligarle a desnudarse y nadar en ropa interior de madrugada hasta una boya, momento en el que le desapareció a la víctima su ropa y zapatos. La sala ha impuesto al cabo primero del Instituto Armado una pena de nueve meses de prisión, una multa de 30 días con una cuota de diez euros diarios y tres años de inhabilitación para empleo público por un delito de atentado contra la integridad moral y una falta de lesiones. Su compañero, un agente raso de la Guardia Civil que apenas llevaba un mes en el cuerpo, ha sido sentenciado a seis meses de cárcel y dos años de inhabilitación por permitir los actos de su superior.

Un tercer acusado, un vigilante del material que queda en la playa de Magaluf (Calvià), ha sido condenado a una multa de 20 días a razón de seis euros diarios por una falta de maltrato de obra por sujetar y empujar al adolescente, tras sorprenderle cuando cogía un bolso en la arena.

La sentencia es muy crítica con el comportamiento del cabo primero que es calificado como "vil", "despreciable", "infame" o "lamentable". Este imputado fue el que tuvo un papel más activo en los hechos, según el tribunal. Él fue quien dio un bofetón al joven que lo tiró al suelo, quien le conminó a desnudarse, a nadar hasta la boya y a volver hasta completar la distancia ordenada. "La evidencia y flagrancia de la incompetencia del cabo para dictar las órdenes, así como de la ilegalidad de estas, están fuera de toda duda y se hallan al alcance de cualquier ciudadano medio", destaca el fallo.

La sección de refuerzo también reprocha al otro guardia civil su actitud, que únicamente cacheó a la víctima en la playa, pero no hizo nada por evitar los hechos, ni tan siquiera manifestar su desacuerdo. "Ante los abusos a los que abocaban las órdenes de su cabo, era él el único garante", reza la sentencia,"creemos que sí le era exigible, al menos, manifestar su disconformidad al cabo". Pese a ello, la sala considera excesiva la pena impuesta a este agente, en especial respecto a su inhabilitación, que acarrearía la pérdida de la condición de guardia civil, si se tiene en cuenta el mal causado por la infracción y sus circunstancias personales. Por ello, el tribunal dirigirá una exposición razonada al Gobierno para su posible indulto.

Agosto de 2011

Según se declara probado, los hechos ocurrieron sobre las dos de la mañana del pasado 5 de agosto de 2011 cuando los tres acusados en el ejercicio de sus funciones, dos de ellos como guardias civiles y el tercero como vigilante del material de la playa de Magaluf, patrullaban por la zona y se percataron de que un menor de 16 años se acercaba en actitud sospechosa a un bolso que estaba en la arena, por lo que se aproximaron al muchacho.

El vigilante de la playa, de 32 años, primero sujetó al joven y le dio un empujón, sin que la víctima sufriera lesión alguna. Acto seguido, llegaron los dos agentes. El cabo primero, de 41 años, "extralimitándose en el ejercicio de su autoridad, con total desprecio de la condición de menor y con ánimo de humillarlo, vejarlo y envilecerlo, le propinó un bofetón en la cara", que le hizo caer al suelo, según la sala.

Tras ello, el acusado ordenó al adolescente que se dirigiera a la orilla de la playa y le conminó a que se desnudara. El perjudicado quedó solo en ropa interior y el cabo entonces le exigió que se metiera en el agua y nadara hasta una boya. Cuando se hallaba a mitad de trayecto en el mar, el menor observó que se llevaban sus pertenencias, por lo que decidió regresar, momento en el que fue descubierto por el cabo, quien nuevamente le gritó que siguiera nadando hasta la boya, cosa que hizo la víctima ante el temor sufrido. Los tres acusados luego se alejaron y uno de ellos se llevó su ropa y zapatos, que ya no pudo recuperar.

Por su parte, el otro agente, de 24 años, solo cacheó superficialmente al joven y halló sus efectos: dos llaves y 20 euros. El imputado no intervino para impedir los hechos, pero sin embargo los pudo presenciar y comprender perfectamente en todo su alcance. Tampoco consta que mostrara su de-sacuerdo a su superior.

El menor, tras la agresión, sufrió cervicalgia postraumática y una contractura muscular. Tardó siete días en curar. La sala destaca que los hechos están corroborados por la víctima y testigos. El joven sufrió temor y angustia, ya que se mermó su dignidad por el abuso y las distintas vejaciones sufridas.