La Audiencia de Palma ha rebajado la condena de dos años a un año y medio de prisión a un profesor de música que en septiembre de 2010 abusó sexualmente de una alumna menor de edad en su domicilio. El docente hizo que la víctima, que en aquellas fechas tenía 15 años, se desabrochara los botones del pantalón. El hombre le bajó entonces la prenda y la ropa interior a la chica, para posteriormente masajearle las nalgas y los muslos con la excusa de curarle una contractura que s ufría en la espalda.

El tribunal ha reducido la pena impuesta por un juzgado penal de la ciudad al profesor al no apreciar la continuidad delictiva en la conducta del acusado. Según detalla la sala, los primeros tocamientos que sufrió la menor de mayo a julio de 2010 fueron esencialmente dirigidos a lograr el consentimiento de la misma, por lo que son considerados como actos de naturaleza preparatoria. Por tanto, no pueden ser valorados como acciones individualizadas cada uno de ellos, sino que el sospechoso los llevó a cabo para ganarse la confianza de la alumna.

Además, la Audiencia destaca que en los primeros tocamientos hubo escaso contacto personal y estos se dirigían a zonas corporales no explícitamente sexuales, hasta que el pasado 6 de septiembre de 2010 el acusado masajeó las zonas íntimas a la menor sin ropa interior.

Según se declara probado, el imputado daba semanalmente clases particulares de flauta a la menor. A partir de mayo de 2010, el profesor de música impartió sus lecciones en su domicilio de Palma. Aprovechando que la alumna tenía una contractura en la espalda y que esta acudía a un fisioterapeuta, el hombre, valiéndose de su condición de maestro, le indicó que le podía curar la lesión dándole masajes. Así, en mayo y junio de 2010, el acusado le masajeó la espalda por encima de la ropa. Luego, al siguiente mes, le pidió que se quitara la camiseta, se desabrochara el sujetador y que se colocara boca abajo sobre una colchoneta y le dio friegas en la espalda.

El 6 de septiembre de ese año, tras las vacaciones de verano, las clases se reanudaron en casa del sospechoso, donde nuevamente pidió a la alumna que se quitara la camiseta y se desabrochara el sujetador. Luego, le pidió que se bajara los pantalones y la ropa interior. La menor, paralizada y asustada, accedió. También le dijo que se pusiera un antifaz en los ojos y le aplicó aceite en las nalgas y los muslos y masajeó esa zona. La adolescente sufrió estrés postraumático, insomnio y angustia debido a los abusos sufridos.