Sobre las tres de la tarde del sábado 27 de abril, un joven fue a aparcar un coche en una nave de Son Castelló. La instalación, antigua sede de la desaparecida Televisión de Mallorca, albergaba una embarcación, tres motos de agua y una limusina. Unos instantes después todo se convirtió en un infierno y ocho naves resultaron calcinadas.

La víctima es consciente de que mucha gente le culpa a él del desastre. Por este motivo prefiere mantener el anonimato. Un aparatoso vendaje le cubre la mano derecha, donde sufre quemaduras de segundo grado y tendrá que someterse a un injerto de piel. "Me quedará una cicatriz de por vida", asegura resignado.

Desde el siniestro, el joven no ha parado de cuestionarse si podrían haberse evitado males mayores. "¿Por qué no tiraron la puerta de la nave donde empezó el incendio desde el principio? Se pudo haber apagado en nada y tardaron seis horas", se lamenta.

La nave había sido alquilada por unos amigos suyos. La estancia estaba repleta de material náutico y a él le dejaron aparcar allí un par de coches. La única condición que le pusieron fue ordenar la estancia para hacer sitio a los vehículos.

"Antes de entrar, di a la llave general. Todo lo que estaba enchufado se encendió", recuerda. Al fondo, a la izquierda, estaba una embarcación. "Metí el coche y oí un ruido, como si algo se hubiese caído. Miré y no vi nada. Yo en ningún momento estaba colocando ninguna moqueta", precisa.

Además del foco, estaban enchufados en el barco un aspirador y un berbiquí. A escasos metros había pinturas, colas y disolventes para tratar el casco de la embarcación. Todo ello material altamente inflamable.

"Saqué un coche y cuando volví ya salía humo de la embarcación. Entonces me di cuenta de que había tocado unos cables y tiré un foco. Por instinto cogí una moqueta para sacudirla, me tropecé y me caí. Apoyé la mano derecha y me la abrasé", explica. En un intento desesperado por apagarlo, cogió un extintor. El fuego estaba ya intratable. "Llame siete u ocho veces a los bomberos, pero tardaron diez minutos en llegar", se queja. Otra circunstancia que le llamó profundamente la atención a este joven fue la ausencia de una boca de riego en las inmediaciones. "¿Por qué no hay bocas allí si hay una gasolinera a escasos metros", se pregunta.

Muros ´de papel´

No obstante, asegura convencido que se podía haber "salvado todo" y evitado que el fuego hubiera afectado a otras empresas. "Los bomberos me dijeron que la nave la daban por perdida y que iban a perimetrar las demás. Los muros son ´de papel´ y las llamas se extienden en seguida", subraya.

Los bomberos trataron de abrirse paso en la nave donde se originó el fuego. Al parecer, el intenso calor había dilatado el metal y hacía imposible abrir la puerta. A base de hachazos, hicieron un boquete. Aunque era insuficiente para atacar las llamas desde ese punto.

Cuando las asistencias sanitarias llegaron al lugar, atendieron a este joven y le trasladaron a una clínica de Palma. Allí le hicieron la cura en su mano derecha. Presentaba quemaduras de segundo grado. Al cabo de una hora, le dieron el alta hospitalaria. Aunque le dijeron que tendría que volver diariamente al centro sanitario.

En lugar de irse a casa, el joven que causó el fuego de forma accidental volvió a Son Castelló. "Estaba convencido de que el fuego ya tenía que estar apagado. Mi sorpresa es que no había parado de crecer y no habían entrado en la nave donde se inició todo".