Oblicuidad
Este vivo está muy muerto
Me ha costado contemplar el vídeo en que la brasileña Erika de Souza lleva el cadáver de su tío Paulo Roberto al banco en silla de ruedas, con la pretensión de que sigue vivo y para garantizarse una percepción en torno a los tres mil euros. Los empleados de la sucursal detectaron el burdo engaño, es previsible la condena a una mujer que ha demostrado una creatividad y capacidad de iniciativa envidiables.
Me abstenía de contemplar la excelente representación del fraude por una cuestión de principios, un poco harto de que la transparencia ampliada a las redes se cebe en los desvalidos, y mantenga intacta la supremacía de los poderosos. La promoción del escarnio selectivo de Erika de Souza demuestra en primer lugar que todavía hay clases. Es probable que la escritura de este artículo sea una coartada para encubrir mi rendición al morbo, pero ya no tiene remedio.
Este vivo está muy muerto. La justicia dictaminará si Erika profanó la memoria de su tío para burlar al impoluto sistema bancario, pero el materialismo dominante niega que Paulo Roberto siga ocupando el cuerpo que habitó en vida. A efectos de identificación, equivale a que la sobrina se hubiera presentado con un traje o con documentos del finado, orillando la vertiente delictiva.
Al margen del intolerable atentado contra la ejemplar pureza financiera, los diálogos aportados a su escenificación por la pícara brasileña son dignos del mejor guion. Se dirige a los oficinistas con un cómplice «Él es así, no dice nada». Después de haber instado infructuosamente al fallecido a firmar, y dado que el engaño está a punto de ser desarmado, se dirige solícita a su familiar, «Tío, ¿quieres volver al hospital?»
La inventiva Erika se inscribe en un género literario, y por tanto cinematográfico. Su montaje recordaba a Parásitos, pero siempre tomando en consideración que la producción ganadora del Oscar a la mejor película es una transposición coreana del cine de Berlanga, véase más adelante. Abundan las tramas también cómicas en que se oculta un cadáver, Arsénico por compasión. Exhibir desvergonzadamente el cuerpo sin vida implica un rasgo de audacia suplementaria.
Del vídeo brasileño he saltado sin solución de continuidad a su verdadera inspiración, aunque Erika no habrá visto jamás ¡Vivan los novios!, compendio del talento de Berlanga/Azcona. Se recordará que López Vázquez tienen decidido casarse con Laly Soldevila, cuando se cruza la inoportuna muerte de la madre del novio. Para evitarse los años de duelo que retrasarían la boda, disimulan el fallecimiento como la joven brasileña.
Habiendo conocido a Berlanga y Azcona, me atrevo a consignar que ovacionarían arrebatados a su imitadora brasileña, a quien solo cabe desear que los jueces le sean más benévolos que la audiencia digital. Siempre que esté desligada del fallecimiento de su tío, muerto a medias.
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