Fallece Miquel del Riu Dolç, el histórico y concurrido café de Palma

Ha muerto Miquel, el hombre que dio vida al Riu Dolç. Todo corazón, todo bondad, deja solos a sus hermanos y solos nos quedamos quienes le tratamos. Se apaga la luz de uno de los cafés con más encanto de Palma. Un sincero abrazo a todos sus clientes, a su familia, porque el Dolç era eso, una gran familia.

Miquel no era un chef de alta cocina pero tenía estrella. Se ganaba a la gente, desde la barra, entre las mesas. Siempre tuvo una sonrisa para todos, a cualquier hora del día. Se le escuchaba desde la cocina, en todo momento abierta para quien deseara saludar, y no era rara la ocasión en que se sentara en la silla de al lado para preguntar cómo iba todo. A él parecía que siempre le iba bien, con sus risas, sus chistes, sus chascarrillos, su sentido del humor, insuperable. Hasta ayer lunes, cuando falleció, demasiado joven, demasiado pronto.

Todos tenemos un bar y el mío siempre fue el Riu, o el Dolç, como prefieran. Bar habitado por todo tipo de clientes: taxistas, amantes del trote, periodistas, actores, parados, mecánicos, jubilados, estudiantes y músicos que se hacían notar. Bastó un día, o mejor dicho una noche, porque era un café que abría muy pronto y cerraba muy tarde, para ganarme un amigo para toda la vida. Divertido, glosador, bonachón y gran cantor, porque Miquel tenía una excelente voz, capaz de entonar tanto a los Bee Gees como atreverse a grabar con los Taverners, uno de sus grupos de cabecera. Qué noches inolvidables las de los conciertos improvisados que allí se montaron, con Pau Mas, Marcel Pich, Tomeu Quetgles, Setri y Natàlia, Càndid Trujillo, Manel Martorell, Miquel Àngel Adrover… Como dijo para un videoclip de un grupo de periodistas rockeros (el de Korrupción), “eh, eh, esto es todo amiguitos”. Nos vemos pronto. Estamos en deuda estimat Miquel.