'Belem', un velero histórico de 127 años

El Belem es un velero que inició sus singladuras hace 127 años, una verdadera joya naval con un pasado intenso y muy interesante.

Fue construido en los astilleros Dubigeon en Nantes como velero de carga para el empresario Crouan, estando dedicado su nombre al puerto brasileño de Belem. Su ruta habitual era desde Nantes a puertos del Brasil y del Caribe, aunque en ocasiones también visitaba Argentina y Uruguay. Normalmente traía a Europa, sobre todo, cacao y también azúcar. Entró en servicio en julio de 1896 y un hecho destacado durante sus primeros años es que estaba en La Martinica cuando entró en erupción el volcán Pelee que destruyó Saint Pierre, quedando indemne de milagro. En 1907 cambió de dueño, cosa que se repitió en 1909, aunque siguió prácticamente en la misma línea y visitando los mismos puertos.

En febrero de 1914 fue adquirido por el Duque de Westminster, Lord Hugh Richard Arthur, siendo convertido en yate de lujo y pasando a bandera británica. La nave fue trasladada a Southampton y reformada para sus nuevas funciones, las modificaciones consistieron entre otras cosas en la sustitución de los palos de madera por otros metálicos y la instalación de dos motores con una potencia total de 500 CV. Hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial no pudo empezar a navegar, realizando a partir de entonces viajes por diversas zonas del mundo, entre ellas el Mediterráneo.

En 1921 lo compró Ernest Guinness, propietario de la famosa fábrica de cerveza, que le cambió el nombre por el de Fantôme II, realizando con él diversos cruceros, entre ellos una vuelta al mundo entre los años 1923 y 1924. Ernest Guinness murió en 1939 y durante la Segunda Guerra Mundial el barco permaneció amarrado en la isla de Wight.

En 1952 pasó a manos italianas al ser adquirido por la fundación Cini, creada por el conde Victorio Cini. Esta organización tenía por objetivo la educación general y profesional marítima de los huérfanos de la gente de mar. De manera que la nave, después de una reforma en la fue modificado su aparejo, se convirtió en buque escuela con el nombre de Giorgio Cini y durante años navegó con bandera italiana, preferentemente por el mar Adriático, portando jóvenes aprendices. En 1965, el barco quedó amarrado en la isla de San Giorgio Maggiore en Venecia, siendo posteriormente donado a los Carabinieri en 1972, iniciándose una serie de reformas en el astillero CNOMV de Venecia, pero en 1976, al no poder hacer frente a los gastos, pasó a ser propiedad del citado astillero que lo puso en venta.

Finalmente, volvió a ser adquirido por intereses franceses en 1979, recuperando el nombre de Belem y bandera francesa, creándose una fundación que se encargó de restaurarlo y posteriormente gestionarlo, siendo primero trasladado a Brest donde empezaron las obras y luego a París para su finalización y que el público general pudiera conocerlo, siendo visitado por multitud de personas durante los cuatro años que estuvo allí. Desde 1987, vuelve a navegar como buque escuela, siendo usado para realizar cursos de iniciación, pero antes, en 1986, cruzó el Atlántico para visitar Nueva York con motivo de las celebraciones del centenario de la Estatua de la Libertad y, en el año 2002, volvió a visitar la ciudad que le da nombre, Belem.

Sus características son eslora de 51 metros (58 contando el bauprés) y manga de 8,8 metros. Sus tres palos portan un total de 22 velas, con una superficie vélica de 1.200 metros cuadrados. Tiene dos motores diesel con una potencia total de 600 CV y su tripulación la componen 16 miembros, pudiendo llevar 48 aprendices.

En su última etapa como Belem ha visitado la isla en varias ocasiones, la más reciente en julio del año 2018, pero es muy posible que haya estado alguna otra vez, bien en la etapa del Duque de Westminster o en la de Ernest Guinness con el nombre de Fantôme II, ya que ambos realizaron viajes por el Mediterráneo, incluso como Giorgio Cini hay posibilidades de que visitara Mallorca. En cualquier caso, todos los que lo han observado seguro que no han quedado indiferentes dada la belleza de sus líneas.

Suscríbete para seguir leyendo