Servicio de comida a domicilio en Mallorca: Los chefs llaman a la puerta

El servicio de comida a domicilio suma valor con prestigiosos cocineros como Miquel Calent, Carlos Monné y Cati Pons, que ofrecen llevar a casa platos recién hechos, menús personalizados o arroces galardonados

Pere Salvà, Moisés Cerdà, Miquel Calent, Rokhaya Fall y Nicolás García en la cocina de Idòbo.

Pere Salvà, Moisés Cerdà, Miquel Calent, Rokhaya Fall y Nicolás García en la cocina de Idòbo. / Manu Mielniezuk

Raquel Galán

Raquel Galán

Las grandes vitrinas de cristal con variadas bandejas llenas de todo tipo de platos caracterizan los establecimientos de comida para llevar. En los últimos años están proliferando incluso en los supermercados –aunque con una oferta empaquetada– debido a que el actual ritmo de vida deja poco tiempo libre para cocinar. Sin embargo, cuando entras en el nuevo local de Miquel Calent en Palma, Idòbo, o en el que Carlos Monné abrió en primavera en Manacor, Chef Monné, no hay un solo plato en el mostrador. En el primer caso, el popular cocinero quiere «seguir ofreciendo comida totalmente casera recién hecha, igual que en los restaurantes, por lo que se elabora bajo demanda para después repartirla». El chef vasco afincado en la isla también trabaja de forma personalizada, ya que uno de sus atractivos es crear menús semanales y hasta mensuales al gusto del cliente, además de cocinar a domicilio. Eso mismo hacen Cati Pons y su equipo, que pusieron en el mapa Els Fogons de Plaça, en Bunyola, tras ganar el premio al mejor arroz de España en 2018. El negocio continúa teniendo una pequeña vitrina con comida, aunque tras la pandemia Pons decidió apostar por los encargos en lugar de los platos preparados.

Son tres ejemplos de cocineros reconocidos que aportan un valor añadido al servicio para llevar y al que trasladan hasta la puerta de las casas, porque «lo que comes a diario es más importante que lo que tomas un día concreto en un restaurante», afirma el mediático chef mallorquín. Para Calent no tiene que haber diferencias entre la calidad de un establecimiento con mesas y cubiertos y uno de take away o delivery. «La buena cocina es buena cocina, ya sea emplatada o presentada en una caja o una paellera, pero como hoy día apenas hay tiempo para elaborar lo que hacían nuestras madres y abuelas, de ahí el auge de estas iniciativas».

El responsable gastronómico de restaurantes como Can Calent y Cuit ha tenido que «cambiar el chip en la manera de ofrecer el producto y en que ahora no sabes bien a qué clientela te diriges. De los que han venido a recoger los pedidos estos primeros días, han abarcado casi todas las edades, desde adolescentes con ganas de probar las hamburguesas caseras hasta personas mayores que han repetido sábado y domingo». En cuanto a los que querían servicio a domicilio –Idòbo trabaja con la empresa de reparto A Taula–, son totalmente desconocidos. Lo que no ha modificado un ápice es el tipo de producto: «Somos fieles a nuestros proveedores y seguimos con la filosofía de kilómetro cero y de temporada, aquí aplicados a platos para compartir, como por ejemplo porcella y pollo asados, arroces, fideos, carne y pescado al horno, hamburguesas, salchichas hechas con porc negre y postres. En breve iremos añadiendo más, como raciones individuales de arroz, ensaladilla casera, tumbet y más platos», avanza consciente de que buena parte de los clientes serán trabajadores sin tiempo para cocinar en casa.

Maria Antònia García, Reyes Morales, Tomeu Cañellas, Cati Pons y Alfonso Soriano. | ELS FOGONS DE PLAÇA

Maria Antònia García, Reyes Morales, Tomeu Cañellas, Cati Pons y Alfonso Soriano. / ELS FOGONS DE PLAÇA

Así empezó Carlos Monné su aventura empresarial, haciendo platos para trabajadores sin un minuto libre. «Durante la covid preparaba la comida a mi pareja, que es médico en el hospital de Inca, y como daba envidia a sus compañeros, terminé cocinando también para ellos», rememora el cocinero vasco, que antes abarcó «desde restaurantes de menú del día hasta un estrella Michelin». Continuó por su cuenta como chef a domicilio y elaborando además menús personalizados para hasta un mes, como le piden actualmente una quincena de personas. «Me entrevisto con el cliente para saber qué necesita y sus gustos, hasta el nivel de que si quiere la cebolla triturada en vez de trocitos, lo hacemos. El batch cooking, es decir, organizar las elaboraciones para la semana o lo que contraten, es individualizado con el fin de evitar contaminación cruzada si alguien tiene alguna alergia», detalla quien se adapta incluso al tipo de comercio que prefiere el consumidor.

El chef Carlos Monné en plena preparación de un plato. | VICTORIA HUELIN

El chef Carlos Monné en plena preparación de un plato. / VICTORIA HUELIN

«El precio varía según lo que pides y el establecimiento al que quieres que acuda. Cobro el tique de la compra y 20 euros por hora de trabajo más gastos de gestión, donde entra el desplazamiento al domicilio. Más o menos 32 tápers cuestan entre 160 y 200 euros y ocupan casi todo el congelador de una nevera combo estándar», tal como especifica.

Respecto al servicio de chef privado, ofrece los cuatro menús de su web (chefmonne.com) a un tipo de clientela variada, aunque «cada vez hay más familias que escogen esta opción en lugar de ir a un restaurante, donde es difícil gestionar una mesa grande, con niños corriendo por la sala que pueden atropellar al camarero y sin poder beber alcohol porque después hay que coger el coche. Yo dejo la cocina recogida, friego los platos y la casa queda como si no hubiese estado allí», concluye.

En casas y fincas

El equipo de Els Fogons de Plaça, con Cati Pons al frente, también acude a un domicilio particular, un viñedo o adonde les llamen. Trabajan por encargo a pequeña y gran escala para atender «desde una sencilla comida o una fiesta de aniversario hasta una boda en una finca. Cuando los caterings son grandes y es necesario llevar mesas, sillas y vajilla, gestionamos el material con una empresa de eventos», cuenta Pons, que sigue siendo conocida por su premiado arròs de carboner. «Lo ofrecemos para poder hacerlo en casa con todo preparado y el arroz medido. El anfitrión solo tiene que poner a hervir el fondo y cocer el arroz once minutos para que esté recién hecho», especifica. El postre para acompañar la comida puede ser sus «panades de ensaimada, las únicas en toda la isla». Y entre los encargos periódicos, se suman a los menús personalizados, «sobre todo para gente mayor y quienes tienen necesidades específicas», una comida de calidad que la chef lleva a la puerta de casa.

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