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TDAH y microbiota intestinal

TDAH y microbiota intestinal

TDAH y microbiota intestinal / por Jorge Muñoz*

por Jorge Muñoz*

El trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) es una alteración del neurodesarrollo, de inicio en la infancia, que se caracteriza por un patrón de inatención persistente y comportamiento hiperactivo-impulsivo. La etiología de este trastorno es compleja y multifactorial, atribuida principalmente a factores genéticos. La acción combinada de variantes funcionales en cierto número de genes determina susceptibilidad al trastorno, que únicamente se expresa bajo un contexto ambiental determinado.

También se han descrito distintos factores ambientales de riesgo para el TDAH, como el consumo de tabaco durante el embarazo, bajo peso al nacer, prematuridad y sucesos vitales como la adopción.

Aun así, estudios familiares, de gemelos y de niños adoptados, demuestran la participación de un fuerte componente genético, con una heredabilidad media del 76%.

Los estudios acerca de variaciones epigenómicas a través de las cuales el ambiente interactúa con la expresión génica suponen una estrategia alternativa para identificar los posibles factores de riesgo y biomarcadores asociados. Este mecanismo reflejaría el efecto combinado de la predisposición genética y los factores ambientales de riesgo.

Bajo esta hipótesis de trabajo, variantes de la microbiota intestinal, pueden influir en la manifestación/ expresión de dicho trastorno.

La microbiota se refiere al conjunto de microorganismos que viven en un entorno específico.

El genoma de todos los organismos que comprenden la flora intestinal contiene 150 veces más genes que el genoma humano .

Todos esos genes tienen un impacto beneficioso en la salud del huésped con efectos en el sistema inmune, producción de nutrientes esenciales para el organismo y protección frente a microorganismos patógenos.

El tracto gastrointestinal humano alberga una microbiota de más de 1014 bacterias anaerobias, levaduras, hongos y virus. Este sistema es estéril durante la gestación y se coloniza después del nacimiento.

La colonización de bacterias en el tracto gastrointestinal depende de varios factores, incluyendo el tipo de parto y el método de alimentación posnatal.

Posteriormente, la microbiota intestinal se transfiere de madre a hijo y su composición podría verse afectada a lo largo del tiempo a través de varios factores ambientales, como la dieta, el uso de antibióticos y la exposición ambiental a microorganismos, potenciando así el riesgo de un desequilibrio bacteriano.

Esta condición también se conoce como disbiosis intestinal y se caracteriza por el desplazamiento de una flora intestinal saludable a una perjudicial para la salud del huésped, lo cual puede influir negativamente en el funcionamiento del sistema nervioso central a través de diversas vías entrelazadas que, conjuntamente, conforman el ‘eje intestino-cerebro’.

La modificación de la permeabilidad intestinal: un aumento de la permeabilidad entre las células del epitelio intestinal permitiría que los productos bacterianos, las citosinas y las quimiocinas pasen a la circulación y crucen la barrera hematoencefálica. Esto podría contribuir a la inflamación sistémica, a una alteración de dicha barrera y, en consecuencia, a la neuroinflamación, provocando a su vez una afectación en el comportamiento.

Existen neuropéptidos implicados en el trastorno (dopamina, noradrenalina, serotonina) y sus precursores (fenilalanina, tirosina, triptófano), que son análogos en estructura a los del sistema nervioso del huésped.

Estos precursores son producidos por componentes de la microbiota y pueden absorberse a través del epitelio intestinal, entrar en la circulación y también cruzar la barrera hematoencefálica . El incremento de la síntesis de compuestos nocivos (amoníaco, fenoles, indoles, sulfuro y aminas) en el intestino, producto de éste desequilibrio en la microbiota, pueden influir en el sistema nervioso autónomo.

Diferentes estudios han encontrado alteraciones en especies microbianas en pacientes con autismo y TDAH.

Se ha identificado que la abundancia relativa de varios taxones bacterianos difería entre pacientes con TDAH y sujetos sanos y se observaba un incremento en la abundancia de especies Bifidobacterium en la microbiota de individuos con TDAH. Este incremento se relacionó con un aumento significativo de la funcionalidad del gen bacteriano que codifica para el enzima ciclohexadienil deshidratasa, involucrado en la síntesis de fenilalanina, un precursor de la dopamina. A su vez, se encontró una asociación con una menor anticipación de la recompensa neuronal, síntoma característico de pacientes con TDAH. Estos resultados sugieren una relación causal entre la desregulación de la microbiota y la síntesis de neurotransmisores, que puede exacerbar los síntomas propios de la patología.

Actualmente, existe un gran interés en modular o equilibrar la microbiota intestinal para tratar el TDAH. La evidencia científica indica que la dieta y la suplementación dietética mediante la administración de probióticos, prebióticos y otros nutrientes pueden ser un tratamiento alternativo o coadyuvante para mejorar el TDAH. Los mecanismos implicados aún se desconocen, pero podrían relacionarse con teorías sobre el eje intestino-cerebro. La flora intestinal es un entorno que responde rápidamente a un cambio de dieta, lo que sugiere posibilidades para intervenciones dietéticas.

De acuerdo a un metaanálisis, el 30% de los niños con TDAH responden de manera excelente a una dieta de eliminación de alimentos alérgenos, con una reducción superior al 40% de los síntomas del trastorno. También se ha observado que la administración de suplementos probióticos durante los primeros meses de vida se ha asociado a una reducción del riesgo de desarrollar, a lo largo de la infancia, TDAH o, por ejemplo, síndrome de Asperger.

Además, se sugiere que estos suplementos podrían influir en el comportamiento y síntomas del trastorno mediante la restauración de la permeabilidad intestinal, dando como resultado una mejora funcional de la barrera intestinal.

Hasta el momento, pocos estudios han examinado la composición de la microbiota intestinal de pacientes con TDAH. Por lo tanto, la información que sugiere una relación entre microbiota y TDAH aún es limitada.

(*) Artículo escrito por la Dra Reina Llado Padovani, Experta en Nutricion Infantil y Neuronutricion. Forma parte del equipo Jorge el pediatra. Para cualquier duda, se puede contactar por whatsapp en el 667719202.

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