Katharina Pfeil ha hecho de una antigua farinera de Sencelles su lugar de trabajo, de recogimiento personal y desarrollo creativo. Actualmente, muestra en la planta baja una pequeña selección de sus trabajos de los últimos años. Paisajes, biografías humanas, vida. Una serie de pinturas sobre madera, de aspecto envejecido, que tratan sobre el proceso humano y su historia. "En algunas de estas piezas, pueden contemplarse algunos de nuestros niveles de conciencia, nuestros altibajos o una lupa enfocando en algún lugar directamente", explica la artista, que trabaja junto a Achim Otte. Otras piezas se centran en el proceso biológico del nacimiento. "Para que algo nazca o brote, a veces es necesario que antes tenga lugar una crisis, algo negativo. Sin una caída, no hay renacimiento. Es lo que sucede con la enfermedad", asegura. Pese a trabajar esta temática, la artista asegura que su obra persigue los pensamientos positivos, un mensaje que queda reforzado cuando el espectador ha visitado y depositado su deseo en la sala superior de la farinera (en la fábrica Osca).

Tras subir unas escaleras, uno se encuentra con el proyecto Desear, al que ya le dio rienda suelta el año pasado esta pareja de artistas alemanes afincados en Mallorca. Consiguieron que gran parte del pueblo de Sencelles les hiciera llegar los suyos, con los que produjeron dos pósters de pequeño formato en el que podían leerse todos juntos. La finalidad de esta acción es buscar la sanación, indica Pfeil. "Si juntamos nuestros deseos y trabajamos con esta energía de todos, creo que nos reforzamos y nos sanamos por dentro. Algo necesario para conseguir un verdadero cambio en nuestro interior", comenta la artista. "El primer paso para construir un mundo mejor", agrega.

En el primer recodo de la habitación, hay una mesa con un bloc de notas y una urna. El visitante que lo desee puede depositar en ella su sueño o anhelo para el año que entra. De todos modos, Pheil pone facilidades. Explica que también le pueden hacer llegar los deseos al correo electrónico mail@katharina-pfeil.com.

En la pared contigua, hay una instalación realizada a partir de galletas de la suerte, una tradición poco común en España pero habitual en el resto de países europeos. "Éstas están rellenas de virtudes, como el amor, por ejemplo", señala la artista. Las galletas son de barro cocido pulido. Para ella, las formas de estas galletas, con una entrada y una salida, son metáforas del sistema de descodificación de información por parte de los seres humanos. "Si entra algo negativo, al estar estas galletas rellenas de virtudes lo transforman en algo positivo. Creo que las personas tendríamos que hacer lo mismo", considera. "Eso sucede cuando nuestro corazón está abierto", asegura.

La muestra desemboca en otro lugar en el que el espectador puede anotar sus molestias y preocupaciones para después desecharlas en un montículo de escombros con la finalidad de eliminarlas de su vida. Al final del recorrido, al espectador se le entrega una galleta de la suerte, un souvenir artístico y lleno de positividad, a cambio de un donativo. El último paso de la exposición es una promesa: "Quien haya pasado por la muestra nunca jamás pensará en lo que ha dejado aquí", apunta Pfeil. "Debe salir liberado", añade.

Para este 2014 que entra, la artista explica que busca financiación para divulgar todos los deseos que recopile. Su idea: imprimirlos en grandes pancartas que se expondrían en lugares muy concurridos como plazas, edificios públicos o fachadas que están en proceso de restauración. Las que editaron el año anterior pudieron verse en el bar Can Pep del pueblo. El efecto positivo que tuvieron ha impulsado a esta pareja de artistas a engrandecer este proyecto interactivo titulado Desear.