Domenico Bianchi

CPelaires. C/Verí, 7 (Palma).

Hasta mediados de septiembre

La espiral, es una de las formas inspiradas en la naturaleza, posee un fuerte simbolismo en diversas culturas, los egipcios la veían como un distintivo de poder, por esa razón encontramos espirales en sus cetros. Es la forma esquemática de la evolución del universo, y en las culturas orientales representa el círculo continuo de la vida-muerte-renacimiento. Unas representaciones meditativas y energéticas como las que transmite Domenico Bianchi (Roma, 1955) en sus obras.

Las propuestas de Bianchi tientan la mirada y la atrapan, su extraordinario dominio técnico le permiten crear unas imágenes abstractas sugerentes y evocadoras que facilitan al espectador la contemplación en silencio.

Pintura delicadamente corpórea llena de sutiles matices, gradaciones, opacidades, transparencias, luminosidad€ Durante su inauguración en CCPelaires la opinión fue unánime porque entre otros aspectos, la obra de Bianchi transmite armonía entre el pensamiento y la acción artística, una reflexión fruto de su interés por la mística y las filosofías no occidentales.

Bianchi es otro de los artistas que apostó por la pintura, en un momento que empezaba a considerarse una práctica obsoleta, pero consiguió unirse a un variado grupo de propuestas que cuestionaban ciertos dogmas formales. Al igual que José Manuel Broto, Ferran García Sevilla o Gerhard Richter demostraron que la abstracción volvía a ocupar un lugar destacado en el debate estético. Parece como si la introspección meditativa, la inspección de los propios sentimientos fuese un elemento indispensable para Bianchi.

El artista italiano muestra sus cuadros cubiertos de cera, que proporcionan ese efecto "mármol", en sintonía con su banco de la meditación, de piedra de Carrara, su ciudad natal, y extraída de la misma cantera de los Alpes Apuanos donde se abastecían en la antigua Roma, desde la época de Julio César.

Carácter historicista, artesanal, espiritual€, todo ello ofrece la obra de Bianchi, pero los sabios chinos advierten que cuando todo el mundo está de acuerdo sobre que es la belleza, entonces aparece la fealdad. No es el caso, créanme.