Diandra, ex mujer del actor Michael Douglas, recibe a DIARIO de MALLORCA en S´Estaca muy pocas horas antes de coger un avión que ha de llevarla de regreso a Estados Unidos, donde desde hace días su imagen es la más buscada y sus palabras las más codiciadas por una prensa que la está atacando ferozmente desde influyentes portadas. Desde un profundo dolor, pero serena, desgrana en esta entrevista, quizás la más íntima, personal y dura que haya concedido nunca, punto por punto, el porqué de todas las situaciones que la han colocado en el centro de las críticas. Justo cuando Michael Douglas acaba de anunciar que padece un cáncer de garganta,

y con el hijo de ambos, Cameron, en la cárcel y rehabilitándose de su adicción a las drogas, necesitándolos más que nunca unidos, ha presentado una demanda en la que reclama parte de los beneficios de la segunda parte de la película Wall Street, protagonizada por su ex. Hoy explica por qué, para que se despejen de una vez por todas las dudas que ha podido generar su actitud.

–De nuevo está en el centro de un huracán mediático mundial, y la están atacando muy duramente.

–El hecho de que usted y yo nos encontremos en el sofá de mi casa hablando de mi vida, que no debería importarle a nadie, y que no estemos haciendo nada positivo que pueda ayudar a un mundo que esta muriéndose de hambre y de sed, que la clase social más alta de España sea la que más ha robado, y que mientras tanto se dediquen páginas y páginas a hablar de lo que no se sabe de mi vida demuestra que estamos todos un poco locos. Hay que tener

compasión, integridad y tratar con hechos en vez de palabras, que son muy fáciles; hay que poner una gota de positivismo en este océano de locura. He recibido agresiones muy fuertes y siempre he puesto la otra mejilla. Ya basta. Nunca he hablado de mí misma, "¿para qué?", pensaba. Si hacía una entrevista en Hola!, por ejemplo, siempre era para hablar de cosas sin trascendencia y todos los beneficios han ido a instituciones benéficas, al GOB o al Refugi. Nunca he comerciado con mi vida, he sido discreta, no entiendo por qué se me ataca de esta manera.

–¿Cómo lo vive?

–Desde el dolor y la desesperación. Pienso mucho en lo que ha pasado con mi hijo Cameron y en el porqué. Es una tragedia que sufren muchos padres y debemos pensar en la razón de que la droga esté tan presente en nuestra sociedad. Lo más duro es que en todo el mundo se me ha acusado de ser la culpable y la responsable de lo que ha pasado con mi hijo. Es horrible. Hoy se sabe, gracias a los mapas genéticos, que hay personas que tienen una predisposición a la adicción. Creo que éste es el caso de Cameron, que de alguna forma podría haberlo heredado de la familia paterna.

–¿Por qué cree que se la culpa?

–Hemos perdido el compás de quiénes somos y de lo que de verdad es importante en la vida. Nos hemos estrellado. Hay que volver a la ruta de lo que nos ha sostenido como raza humana durante millones de años. No hemos evolucionado ni intelectual, ni emocionalmente. No sé por qué se me culpa. He pasado un año sola luchando para sacar a mi hijo de la cárcel, criando al mismo tiempo a tres niños pequeños. Contraté a cuatro de los cinco abogados. Fui a todos los tribunales, a todas las sentencias. Su padre estuvo sólo en la última, en la sentencia final, porque estaba trabajando en la película Wall Street. Declaré como testigo voluntariamente, porque el juez me lo pidió, sin estar preparada por mis abogados. Al final conseguí que soltaran a Cameron con un brazalete de control a distancia y me lo llevé a casa bajo mi responsabilidad. Fue una gran victoria, y la conseguí sola. Pero los Federales recurrieron la decisión del juez. Parir a un hijo significa hacer lo imposible por él siempre. Lo tenemos grabado muy profundamente. No quiero decir que he sido una madre perfecta, soy honesta y me doy cuenta de mis errores y los asumo. Lo que me parece increíble es que el mundo me este juzgando y se me declare culpable.

–¿Se ha sentido sola en esta batalla?

–Yo quería que mi hijo fuera a la universidad pero él se empeñó en tener su propia discoteca en Nueva York y su padre le apoyó. Yo dije que si Cameron no quería estudiar que se pusiera a vender hamburguesas, seguro que en poco tiempo descubriría que es mejor estudiar que trabajar. No me hicieron caso. Un niño no tiene el derecho a tener todo lo que quiera. Hay que enseñarles a luchar por las cosas. Pero él tuvo su discoteca tras dos años de negociaciones de los abogados de Michael para conseguirla y un coche deportivo en la puerta de casa. Hemos perdido el sentido de la medida, de la familia, el respeto por los demás. No hemos aprendido nada. Sólo interesa el dinero.

–¿Cómo se encuentra Cameron?

–Está en un campamento, siguiendo un programa antidroga. Le quedan dos años. Le habían caído doce pero afortunadamente se consiguió que pudiera seguir este tratamiento. Me permiten visitarlo todos los jueves, con sus tres hermanos pequeños, y darle apoyo. Sólo han ido a verle mis hijos. Es muy duro.

–¿Lo es ser una megaestrella de Hollywood o hijo de…?

–Ningún trabajo en el mundo resulta fácil. El éxito supone un diez por ciento de talento y un noventa de trabajo, no al revés. Intento entender y aprender de las equivocaciones. Si no aprendes, la vida te paga con un bofetón tras otro para que lo hagas. Da igual dónde estés. Lo de Cameron ha sido lo más duro que me ha ocurrido en la vida. También la enfermedad de mi madre fue larga y terrible, lo pasé muy mal, viendo que mi propia madre no me conocía; no pude hablar con ella durante

varios años.

–¿Y lo más hermoso?

–Seguir creyendo en el amor humano. No hablo de amor de pareja. Hablo de la capacidad de algunos humanos para amar. Dos cosas me han mantenido viva este último año y medio, la capacidad de creer y la capacidad de compasión. En vez de juzgar hay que ser compasivo. Si no tienes compasión para los que te hacen el mayor daño del mundo entonces te conviertes en su víctima.

–No tengo la sensación de que usted sea una víctima.

–No, yo sólo creo en la paz, soy budista. Cuando se es madre de cuatro hijos no existe elección: hay que luchar para seguir adelante. No lucho por mí, lucho para mis cuatro hijos, tres con menos de siete años y una que no tiene padre porque es adoptada. Me tiene sólo a mí y sentirme derrotada es un lujo que no me puedo permitir.

–¿Por qué ha puesto una demanda que reclama parte de los beneficios de la secuela de ´Wall Street´ cuando lleva tantos años divorciada de M. Douglas?

–Antes de que se supiera que Michael estaba enfermo yo ya había pactado esta entrevista con usted y he querido mantener mi palabra. Quiero que lo que le voy a contar quede muy claro, porque es muy importante. La demanda la puse mucho antes de saber que mi ex marido tenía cáncer. Tengo un contrato con mi ex marido que se firmó en el momento de divorciarnos y que había sido redactado por los abogados de Michael, no por los míos. No quise ir a juicio, busqué hacerlo lo más discretamente posible porque mi hijo ya tenía problemas con las drogas y no quería escándalos. Siempre es mejor un acuerdo que una batalla. Él ha hecho muchas películas tras nuestro divorcio y nunca le he reclamado nada.

–¿Y porqué en esta ocasión le reclama beneficios?

–Porque está en nuestros acuerdos. Cuando nos divorciamos, parte del acuerdo fue que yo me iba a quedar sólo con una casa, la de Santa Bárbara, aunque no teníamos separación de bienes. El se quedó con el resto de nuestras propiedades en común, muchas. Y me pidió que yo tuviese que compartir S´Estaca, cosa que he tratado de cumplir de forma elegante, y no ha sido nada fácil, se lo aseguro, pero era el acuerdo legal que teníamos. En el momento del divorcio, los abogados de Michael habían escrito que como Wall Street había sido un gran éxito seguramente habría una segunda parte, era lo lógico y en Hollywood siempre se hace, de la que yo obtendría beneficios, pero eso incluía una rebaja en los beneficios del momento del divorcio. Era una garantía de futuro que me ofrecieron y la acepté, a cambio de renunciar a muchas cosas, entre ellas tener que compartir esta casa de S´Estaca.

–Desgraciadamente coincide con el anuncio de la enfermedad de Michael Douglas…

–Esta es la primera vez que llevo a mi marido al juzgado. Se me intenta presentar como una avariciosa, una bruja, pero la realidad es que esto era un negocio de nuestra época como matrimonio. Nos convenía a los dos, entonces era un buen arreglo. Ahora en los diarios me critican y yo he de tener responsabilidad frente a mis hijos y no permitir que en la escuela les puedan decir que su madre es un monstruo que ataca a un hombre enfermo por avaricia. No es así.

–¿Por qué no retira la demanda hasta que Michael se reponga?

–Cuando me enteré de su enfermedad le llamé y por dos veces me colgó el teléfono. Estaba tan triste que lloré durante dos días. Inmediatamente llamé a mis abogados para que retiraran la demanda, pero la

respuesta de la otra parte ha sido que no lo quieren posponer. Quieren seguir adelante. No es mi culpa. No deseo ver sufrir a nadie. En el mundo de hoy el sufrimiento sobra. Me sabe fatal que él esté enfermo. Le quiero, hemos estado juntos veinte años y ha sido alguien muy importante en mi vida. Me llaman avariciosa y yo me pregunto si se conoce a alguien que habiendo estado desde el principio de la carrera de un actor, cuando no había hecho ni una película, que después ha ganado tanto dinero, que siendo una comunidad de propietarios, pide el divorcio en vez de quedarse callada y aguantar.

–¿Fue usted la que quiso divorciarse? ¿Compensa compartir esta casa de S´Estaca?

–Sí, fui yo la que pedí el divorcio. A mí me compensa cumplir mi palabra. Lo que cuenta son los hechos. No le deseo ningún mal, le he querido mucho y es el padre de mi hijo, que ahora le necesita más que nunca. Sólo deseo que se recupere. Sólo pido una cosa, y es que si se va a hablar de esto que por favor sepan la verdad antes de juzgar.

–Hay una portada del ´New York Post´ en la que se explica que Catherine Z. Jones había habilitado su casa para recibir a Cameron en familia. Otros dicen que en cinco años Cameron no ha podido entrar en esa casa ¿Cuál es la verdad?

–Cuando arrestaron a mi hijo yo estaba en S´Estaca y ellos en Estados Unidos. Aun así, Cameron tuvo que hacer el arresto domiciliario en mi casa, no en la de su padre, que estaba allí y hubiera sido lo lógico. Creo que hace más de seis años que mi hijo no duerme en casa de su padre. Yo sólo sé que no sé nada.

–¿Qué le gusta de Mallorca? ¿Qué hace aquí para entretenerse?

–Me fascina la luz de esta isla. Estoy con mis amigos de la infancia. Pinto, me ayuda a superar la tristeza y la desesperación que a veces me invade, y estoy con mis hijos. Nos encantan los caballos y paseamos mucho. A mí me enseñó a montar a caballo de niña Pedro Salas, el padre de Marieta, una mujer que admiro muchísimo. Y por supuesto disfruto de lo que más me gusta, unas buenas gambas de Sóller.