El aumento del uso de las redes sociales para relacionarse en la pandemia y la mayor percepción de soledad han potenciado el sexdopaje -sexo con consumo de drogas-, una práctica que impacta en la salud mental y en el aumento de infecciones, como el VIH, por el uso compartido de jeringuillas y la ausencia de medidas de protección.

Según el estudio 'Impacto del chemsex en España 2020', de la ONG Stop Sida y la Delegación del Plan Nacional sobre Drogas, con la práctica del sexdopaje o chemsex se busca "aguantar el ritmo sexual durante horas en una continua búsqueda de placer, líbido y deshinibición".

Rondan los 40 y viven en grandes ciudades

Los usuarios, que rondan los 40 años, son gais o bisexuales, u hombres que tienen sexo con hombres (GBHSH), residentes principalmente en grandes ciudades y que en un 52 % de los casos, según la encuesta, han consumido drogas recreativas en los últimos doce meses, principalmente sintéticas -metanfetamina, GBL o GHB y ketamina- además de poppers, cocaína o alcohol.

Según el informe, uno de cada cuatro reconoce que usa las sustancias para tener sexo con el fin de aumentar la líbido (88,3%), desinhibirse sexualmente (85,7 %), potenciar el placer y las zonas erógenas (54,3%) e intensificar las sensaciones (52,5%).

El 38,5% afirma haberse inyectado alguna sustancia y un 33% admite haber compartido jeringuillas. En un 80% de los casos las prácticas, que pueden durar hasta más de 24 horas, se han desarrollado en fiestas en lugares privados, mientras que el 20% restante lo ha hecho en hoteles, clubes de sexo y saunas.

Además, el estudio 'Homosalud2020', de Stop Sida -elaborado para detectar el impacto del chemsex en la salud mental y social de los usuarios-, revela que un 21,4% de los casi 3.000 entrevistados afirmaron tener un diagnóstico de VIH, en su mayoría con una carga viral indetectable (95,2%)

Chembex problemático

Los expertos rechazan demonizar el chemsex, pero ponen la alerta en el denominado "problemático". Una situación que ha aumentado tras el confinamiento por el covid y que según Reyes Velayos, presidenta de Cesida, se produce cuando el consumo de las sustancias afecta a la salud mental, la vida personal, familiar o laboral.

"Cuando es problemático nos encontramos con graves trastornos de la salud mental, porque algunas de las drogas son muy adictivas", según Velayos, quien también alerta de que facilita la transmisión de infecciones, entre ellas el VIH.

Javier Curto, psiquiatra y sexólogo, relata ataques psicóticos asociados al uso de las sustancias asociadas al sexodopaje, además de ansiedad, depresión, esquizofrenia o estrés post traumático.

Según el último informe de INE, en 2020 hubo casi 1.000 muertes (974) por sobredosis de drogas, una cifra superior a la de años precedentes, que Cesida analiza para conocer cuántas podrían tener relación con el chemsex.

La soledad, la puerta de entrada

El tipo de sociedad que tenemos puede explicar por qué se llega al chemsex, asegura Velayos. "La soledad, el deseo de tener mejor sexo y más prolongado, querer sentirse más libres sexualmente, superar el miedo al rechazo o la vergüenza, así como hacer frente al VIH o cualquier otra ITS", llevan a la puerta de esta práctica.

Pero también "el estigma y la homofobia existente" que hace que con esta práctica busquen intimidad y sentirse parte de una comunidad", recalca la responsable de la ONG, quien también se refiere a la superación de problemas del pasado como son abusos.

Las apps, el camino más rápido

Las aplicaciones permiten tener relaciones sexuales sin compromiso y son también un lugar en el que conseguir las drogas, explica Curto, especialista en psiquiatría del hospital La Paz (Madrid), mientras que Adrián (nombre ficticio de un joven "rehabilitado") cree que las redes sociales son el cruising del siglo XXI.

"Las aplicaciones son bastante capaces, y si lo buscas lo vas a encontrar", asegura Adrián a Efe, quien, para evitar tentaciones decidió quitarse de ellas.

Sin poder recordar la última vez

Adrián, barcelonés de 29 años, se dio cuenta de que tenía un problema con el chemsex cuando en una fiesta se sintió incapaz de responder a la pregunta "¿cuándo fue la última vez que practicaste sexo sin drogas?", que incluía un folleto informativo sobre los peligros del sexodopaje.

"Trabajaba de lunes a viernes y durante todo el fin de semana estaba colocado", relata, mientras cuenta que cayó en el chemsex "como podía haber caído en las tragaperras". "Te encuentras con un obstáculo, que te arrastra a una situación problemática o no".

En su caso, accedió al sexo con sustancias al término de una relación problemática y recién concluidos los estudios universitarios con 26 años porque era extremadamente tímido y le costaba relacionarse si no estaba bajo los efectos de alguna droga.

Grupos de apoyo

Stop Sida, con sede en Barcelona, es una de las ONG que han puesto en marcha programas de apoyo. "Cuando alguien nos llama con alguna dificultad o carencia de información, le atiende un voluntario, que ha sido usuario del chemsex, lo que facilita que la persona se sienta acogida y no juzgada", subraya el responsable de la organización Luis Villegas.

Principalmente la ONG facilita información sobre las sustancias y su uso, así como de la reducción de riesgos, y "es la persona quien decide lo que quiere hacer, y, según sus objetivos, iniciamos un proceso para ponerle en contacto con psicólogos, psiquiatras o facilitarle la atención médica que necesite".

Mejorar la detección

Ante esta situación, Javier Curto, que asiste también en la consulta de chemsex de Apoyo Positivo, considera imprescindible que la sanidad pública se dote de estrategias para detectar el problema tanto en urgencias como en centros de salud mental o de atención primaria.

Considera el experto que "el error es colocar el problema en el usuario. Hay que pensar un poco más allá", y, además de reclamar la colaboración entre los servicios públicos y asociativos, lamenta que los sanitarios tengan un "auténtico déficit en formación" para abordar problemas de abuso de sustancias o sexuales.