Todo se resolverá en la vuelta. Lo vaticinóJavier Aguirre en la previa: «La eliminatoria no se terminará aquí». El RCD Mallorca se jugará el pase a la final ante la Real Sociedad lejos de casa y con la etiqueta de equipo no favorito. El empate a cero cosechado ayer en Son Moix deja la eliminatoria completamente abierta. Y si llegó a ese resultado fue gracias al ejercicio de resistencia de todo el equipo, especialmente en la segunda parte, y la inspiración de Dominik Greif, que apareció cuándo tenía que hacerlo.
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El plan de 180 minutos de Aguirre salió a la perfección. La Real tardó poco en hacerse con el mando de la situación. La primera parte se tradujo en una interminable pelea en el centro del campo, con un Samú Costa imperial, y tan solo una ocasión para cada equipo. El equipo se vació en la presión y lo pagó en la segunda mitad.
Los de Alguacil sometieron a los bermellones. Los espacios comenzaron a aparecer por doquier y a los de Aguirre le tocó recular y soportar las embestidas, que no fueron pocas.
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Toda la defensa, en un día en el que no estaba el siempre importante Raíllo, respondió a gran nivel. Y cuando el pie no llegaba, apareció Greif para apagar cualquier intento de gol. Y si el eslovaco tampoco podía, fue el turno de Sadiq, que las tuvo de todos los colores, en especial dos remates a puerta vacía, que se fueron al limbo para desesperación de los suyos. Quedan noventa minutos (o 120) y todo puede pasar.