El Mallorca es de Primera División. Eso es lo único importante. Justo cuando tenía que dar la talla, este equipo se ha aferrado con uñas y dientes a una categoría que no podía dejar escapar de ninguna manera, tal y como demostró ayer venciendo a Osasuna (0-2). Los goles de Ángel y Grenier en El Sadar, el de Abdón en el descuento ante el Rayo o la increíble parada de Reina en el Pizjuán al remate de En-Nesryri, ya son acciones inolvidables en la memoria colectiva para entender por qué no ha bajado a Segunda. Porque lo que ha sucedido desde aquel desastroso 2-6 ante el Granada es digno de estudio. Después de tocar fondo ha sido capaz de sumar siete puntos de los últimos nueve para rubricar un milagro. Y si no lo es, lo parece. Llevaban nueve derrotas y un empate en sus últimas diez salidas y rompieron su nefasta racha como visitante justo en el momento que más lo necesitaba. Y ganar en un escenario de este calibre, frente a un rival que mordió, tiene todavía más mérito. Una vez más se evidencia que depender de sí mismo ha sido clave para lograr esta salvación tan importante para el club, que no repetía categoría desde 2016.
Los más de mil aficionados que se desplazaron a Pamplona recibieron el justo premio a una paliza de viaje para vivir en directo un encuentro que quedará para siempre en la retina del mallorquinismo. Ya habrá tiempo de analizar los errores del curso, pero lo único importante es que este escudo de 106 años de vida seguirá luciendo en los mejores estadios de la Liga.
El plan de Aguirre era regalar el balón de forma descarada al rival y esperar que sonara la flauta. No parecía que se jugaran la vida, al menos al principio. Ante el Rayo esta apuesta le salió bien, pero es que Osasuna tenía la posesión hasta sin querer. Quizá no es la mejor estrategia cuando existe la obligación de ganar, pero es verdad que tampoco sufría demasiado atrás. Un tiro de Maffeo y otro de Salva Sevilla fueron las únicas señales de vida en la primera media hora, todo un regalo. Hasta que llegó un gran susto por culpa de un mal despeje de Reina que Darko estuvo a punto de aprovechar, aunque el portero pudo rectificar a tiempo. Y curiosamente en ese momento los bermellones -ayer de blanco- se espabilaron en ataque, aunque las ocasiones llegaron a balón parado. Muriqi cabeceó fuera tras un saque de esquina de Salva Sevilla, que poco después tuvo una gran oportunidad. El almeriense, en su último partido con esta camiseta, lanzó de forma magistral una falta que hizo brillar a Sergio Herrera. El Mallorca estaba más o menos ordenado atrás, pero demasiado partido cuando debía dar un paso hacia adelante. Faltaban jugadores por delante del balón para hacer daño.
No obstante, el tramo final de la primera parte fue una pequeña tortura. Budimir, primero con un tiro cruzado con la zurda, y después con una media vuelta, estuvo cerca de anotar, pero el marcador llegó al descanso con empate y con el ambiente demasiado crispado entre los dos equipos. No era lo más inteligente cuando el adversario debería estar ya pensando en coger un avión a cualquier playa para iniciar sus vacaciones. Nada podía hacer pensar lo que sucedería en la reanudación, pero anoche no era un día cualquiera. Es imposible que empezara mejor. Maffeo se metió hacia el interior del área, buscó a Ángel, que la tocó para Muriqi. El kosovar, muy inteligente, se la devolvió al tinerfeño, que batió por bajo la salida a la desesperada de Sergio Herrera. Un gran gol en el momento que más lo necesitaba el Mallorca, en el minuto cuarenta y seis.
Quedaba un mundo por delante, pero al menos se quitaba la ansiedad que generaba no ir por delante en el marcador ni tener que estar mirando de reojo lo que hacía el Cádiz en Vitoria. Era el momento para tener oficio y que no pasara nada más, por mucho que sonara a exageración. Y claro que sucedió porque sufrir también va en el ADN de este equipo y de esta institución. Budimir, que no tuvo ninguna piedad ante sus ex compañeros, estuvo a punto de rematar el balón, pero la defensa cortó a tiempo. Y el croata, toda una pesadilla, lo intentó con un taconazo genial que se fue fuera por poco.
Aguirre movió el árbol con la entrada de Dani Rodríguez y Abdón, mientras que Arrasate introdujo a los dos Kike, García y Barja, para añadir más intensidad al choque. Los seguidores del Mallorca que estaban en la grada apretaban de lo lindo, no era el momento de despistarse tampoco sobre el césped. El gol del Cádiz se oyó hasta en El Sadar y elevó la tensión todavía más porque se perdía una bala para tener un final feliz. La agonía era máxima porque si los locales empataban el descenso sería un hecho. Pero sucedió todo lo contrario. Llegó el éxtasis, la liberación o el alivio, o un poco de todo. Dani Rodríguez centró, remató Abdón de cabeza, Herrera lo despejó y apareció Grenier, que había entrado unos minutos antes, para fusilar a placer y marcar el segundo gol del Mallorca. La locura se adueñó del estadio de los navarros, que por momentos pareció Son Moix.
Solo quedaban diez minutos para que la Primera División fuera una realidad una temporada más. Y así fue. La fiesta empezó con el silbido final del colegiado. «Som, som, som de Primera Divisió», se oía en las gradas con los decibelios muy altos. No hacia falta escuchar nada más.
Osasuna: Herrera, Ramalho (Areso, min. 75), David García, Unai García, Cote (Íñigo Pérez, min. 75), Oier (Roberto Torres, min. 72), Torró, Darko, Rubén García (Kike Barja, min. 62), Chimy Ávila (Kike García, min. 62) y Budimir.
Real Mallorca: Reina, Maffeo, Valjent, Raíllo, Oliván, Jaume Costa (Russo, min. 82), Battaglia, Salva Sevilla (Dani Rodríguez, min. 64), Antonio Sánchez (Grenier, min., Ángel (Abdón, min. 64) y Muriqi.
GOLES: 0-1: Ángel marcar tras una pared con Muriqi (min. 46); 0-2: Grenier anota tras recoger un rechace (min. 84). A ÁRBITRO: Soto Grado (C. Riojano). T. amarillas: Aguirre, por protestar (min. 34), Darko, (min. 62), David García (min.84).
T. rojas: No mostró.
