El Mallorca ya conoce de primera mano lo que le espera en esta Primera División, con rivales muy bien armados y técnicamente impecables. Como la Real Sociedad, que aprovechó a la perfección una de las dos oportunidades que tuvo en todo el partido para llevarse los tres puntos. Fue en las botas del joven noruego Odegaard, que en una contra iniciada por Moyà batió con la zurda a Reina.

El partido se desarrolló en muchas fases de la misma forma que hace siete días ante el Eibarhace siete días ante el Eibar, con dominio del balón de la Real Sociedad y el Mallorca saliendo en rápidos contragolpes. Pero el equipo no llegaba con peligro a la portería de Moyà. El binissalemer regresaba a la que ha sido su casa y gozó de una tarde tranquila. Y, además, se llevó la ovación de la grada Lluís Sitjar cuando ocupó su portería en la segunda parte.

El duelo no tuvo dueño en la primera parte, aunque por ocasiones fue el conjunto donostiarra el que estuvo más cerca de marcar. La mejor, en la última jugada de la primera parte, cuando un remate de Oyarzábal fue detenido de forma impecable por Reina. Su despeje se estrelló en el palo izquierdo y se hizo con el rebote.

El partido sirvió para corroborar el idilio entre la afición y Baba, el nuevo ídolo. El ghanés, ya titular indiscutible para Moreno en el centro del campo, mostró todas las virtudes que exhibió en el play off de ascenso y en el debut ante el Eibar. Baba reúne las virtudes de un buen centrocampista. Es rápido, disciplinado tácticamente, da equilibro al equipo tanto en defensa como en ataque. Y físicamente es un portento. Lo demostró a los veinte minutos cuando se ganó la ovación del público en una carrera con Oyarzábal que, naturalmente, ganó el africano. Se hace difícil encontrarle un error, como no sea el que ha cometido en el minuto 73 en un mal despeje que fue aprovechado por Illarramendi para lanzar un zurdazo que se fue fuera por poco.

El Mallorca debía estar muy atento a las acciones ofensivas del conjunto de Alguacil. Oyarzábal, Willian José y Januzaj, con Odegaard -el joven noruego del Real Madrid que iba para estrella- detrás, intimidan a cualquiera. Pero la defensa rojilla estuvo a un gran nivel, sobre todo los centrales Raíllo y Valjent, siempre muy concentrados. El equipo echó en falta la clarividencia de Salva Sevilla, muy vigilado por Odegaard.

En la segunda parte la Real fue definitivamente a por la victoria. El Mallorca cada vez tenía menos el balón y, con el paso de los minutos, parecía que daba por bueno el empate sin goles. Una táctica peligrosa con tantos minutos por delante.

Las llegadas del Mallorca eran cada vez más esporádicas. Antes de ser sustituido, Febas, muy discreto, remató flojo a las manos de un Moyà que con el paso de los minutos se convirtió más en espectador que en jugador. El equipo ya no sabía si atacar o dedicarse exclusivamente a defender.

Y llegó el mazazo a siete minutos del final en una contra iniciada por Moyà que aprovechó Odegaard para marcar el fol de la victoria. No se puede decir que sea injusto, aunque un empate, que hubiera dejado satisfecho al Mallorca, se hubiera dado por bueno. Es la primera decepción y, desgraciadamente, en un torneo de tanta calidad, seguramente no será la última. La única nota positiva es que el equipo compite, aunque este domingo sin suerte ni puntería.