Bel Riera Oliver, pregonera de las Fires i Festes de Manacor: «La sensibilidad social hacia el patrimonio ‘manacorí’ ha mejorado mucho»

Historiadora del arte, estanquera, bibliotecaria y ahora pregonera de las Fires i Festes de Primavera 2024. Hablamos de su trabajo y sus vocaciones, de cómo ve el estado de salud estético de Manacor y el futuro de una ciudad que cambia rápidamente.

Bel Riera Oliver posa para la entrevista de este diario.

Bel Riera Oliver posa para la entrevista de este diario. / DM

Redacción

¿Cuáles son sus ‘malnoms’?

Blanes por parte de padre y de cas Collet por parte de madre. Pero aunque todavía haya gente que me conozca por los apodos familiares, ya hace tiempo que las nuevas, y no tan nuevas generaciones, me reconocen como na Bel de s’estanc o de sa biblioteca.

¿Qué hizo al terminar de estudiar?

Cuando terminé la carrera de Historia del Arte formé parte de la restauración integral del Casal dels Nunis, o como la conocemos popularmente, la Torre dels Enagistes de Manacor. La Escuela-Taller Ponç Descoll fue toda una experiencia, y poder formar parte como coordinadora, una gran satisfacción.

Usted inauguró la biblioteca del instituto Mossèn Alcover. ¿Cómo fue?

Sí, estoy en la biblioteca del Mossèn Alcover desde que abrió a principios de los años 90, o sea que llevo más de tres décadas allí. Hasta 1993 era un espacio grande que servía de almacén de libros y al mismo tiempo se utilizaba como sala de reuniones. Fue la junta directiva, cuyo director era entonces Joan Parera, quien decidió transformarla en una biblioteca para los alumnos. Se acordó que el Apima pagaría mi sueldo, y que poco a poco se iría aumentando y renovando un catálogo que ya había quedado obsoleto.

¿Antes ni siquiera había una?

Cada departamento tenía la suya de forma independiente. Ahora ya tenemos más de 15.000 referencias y se ha tenido que emprender una obra para ampliarla utilizando una serie de habitaciones contiguas.

¿Con cada vez más demanda y ‘clientes’?

Más que nunca, porque en el instituto también se imparten ciclos formativos de cuidados auxiliares, de educación infantil, y hay una escuela de idiomas…

¿Lo hace todo usted?

Hay una comisión de biblioteca con personas que me ayudan mucho, como Maria Magdalena Gelabert, Tomeu Carrió o Manel Santana, que forman parte activa y que sin su ayuda sería mucho más complicado.

¿A la biblioteca puede acceder todo el que quiera?

Sí, pero se debe justificar cuál es el propósito. En principio está dirigida a los alumnos, profesores y padres de alumnos; y tiene un horario de 8:30 a 14 horas y de 16:30 a 20 horas.

¿Cuál ha sido la consulta más extraña que le han hecho?

Una vez una alumna me pidió si tenía un libro verde… que necesitaba el libro verde. No sabía el título ni el tamaño. «La profesora nos ha dicho que era verde», y con solo esa pista tuvimos que empezar a investigar. Afortunadamente, y ya tenía experiencia, le mostré la Enciclopedia Catalana… ¡y acerté!

También debe ser un punto de información y gabinete psicológico al mismo tiempo…

Así es; también sirve de orientación y apoyo durante los primeros años. Tenga en cuenta que ahora empiezan con doce años en el instituto y muchos no saben por dónde empezar. Tratas de ayudarles, informarles de cómo funciona y estar atentos.

El contacto constante debe crear amistades.

He hecho grandes amigos aquí. Amistades que han comenzado siendo alumnos, como Joan Estelrich o Joan Miquel Riera, y también muchísimos profesores.

Ha llegado el momento.

Creo que las personas deben saber retirarse. Ya hay un relevo asegurado que afrontará los retos que plantean las nuevas tecnologías. De todas formas, todavía tengo trabajo pendiente, como será catalogar y hacer pública obra de Joan Riera Ferrari pendiente… o sea que el año que viene aún será fácil encontrarme por ahí.

¿Quién tuvo la idea de bautizar la biblioteca con el nombre del escritor Miquel Àngel Riera?

La idea surgió del director Jaume Rosselló, quien lo propuso al claustro y a la familia. Todos estuvieron muy orgullosos. Su viuda, Roser Vallès, siempre se implicó mucho, incluso donando obras suyas. Una persona inteligentísima que siempre venía a todos los actos que organizábamos.

¿En qué se parecen la biblioteca y el trabajo del estanco?

Tienen cosas en común, como la atención al público, por ejemplo. En ambas he aprendido mucho.

¿El hecho de fumar tiene relación con su trabajo?

Creo que fumaría igual, mi adicción al tabaco no tiene mucha relación con trabajar en un estanco. Mi madre ha trabajado allí toda su vida y ella nunca ha fumado…

¿Cómo ha cambiado el trabajo?

Ahora es una locura, porque aparte del tabaco de liar y el de vapor, del que llamamos ‘normal’ ya hay de tantas clases y tamaños que es un desbarajuste. Hay cajas de 20 cigarrillos, de 23, de 29, de 35 y hasta de 40. El negro ya casi no se vende, pero ahora, por ejemplo, un paquete de Marlboro de 20 cuesta 5,60 euros, en cambio el de 40 son 10 euros clavados.

Es un negocio más que centenario… ¿cuándo abrió?

Lo abrió mi bisabuelo Tomeu Oliver en 1904. Fue una concesión estatal a consecuencia de la guerra. Participó en la Guerra de Cuba y allí le hirieron en un pie. Por aquellos tiempos, el estado les compensaba de esta forma. Él murió poco después y el estanco lo heredó su viuda Joana Aina Mascaró. De ahí pasó a su hijo Joan y otra vez a su viuda Maria Febrer Llull. Luego a mis padres… y finalmente a mí.

¿Una concesión siempre pertenece a una misma familia?

Se puede traspasar a los herederos sí; pero como yo no tengo, creo que podría vender la concesión.

¿Sigue siendo el negocio que era?

Hay que decir que ya no tanto, porque cosas como sellos o letras ya no tienen salida. Y si quieres vender lotería tienes que tener un permiso aparte.

¿Cómo ha cambiado la avenida del Tren con los años?

Ha pasado de ser un espacio idílico en los años 60, con aceras anchas, la estación y árboles preciosos donde los niños podíamos jugar todo el día, a ser un espacio lleno de coches con diferentes problemas de seguridad y un poco de falta de mantenimiento.

¿Cómo le propusieron ser la pregonera de las Fires i Festes de este año?

Fue el alcalde Miquel Oliver quien me llamó. Yo le dije que si no encontraba a nadie más aceptaría… pero me dijo que era la única opción. De todas maneras, tengo que decir que me hace mucha ilusión.

¿Qué es Manacor para usted?

Es mi ciudad. Un conglomerado de gente que intentamos sobrevivir como podemos.

¿Fea o estéticamente complicada?

La estética ha mejorado mucho. Aunque no lo parezca, tiene un patrimonio histórico-artístico muy importante. Empezando por la prehistoria. La sensibilidad social hacia el patrimonio ha mejorado a su vez. Recuerdo que en los años 80 el Ayuntamiento nos consultó a los vecinos de Crist Rei qué queríamos hacer con el Molí den Fraret. ¡La mayoría propuso derribarlo! Afortunadamente no fue así.

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