Lletra menuda: Una lidia social y material

El municipio compró en 2010 la plaza de toros.

El municipio compró en 2010 la plaza de toros. / Redacción Part Forana

Llorenç Riera

Llorenç Riera

No soplan vientos a favor de la tauromaquia, lo cual no tiene por qué ser interpretado como una mala faena dado que los tiempos cambian y ahora prima la brisa más agradable de la protección animal. Pero el pasado taurino pesa, se mantiene una afición menguante y persiste un patrimonio material con el que se debe lidiar usando las buenas artes y la maestría de la nueva realidad. Aún con los toros en declive, no conviene repetir la puntilla del desplome que propició el triste final de La Macarena de Felanitx.

Cuando la legislación autonómica avanzaba hacia la consolidación de lo antitaurino, Muro optó, al menos de forma testimonial, por declararse protaurino. Sin duda, el hecho de disponer de ‘La Monumental’ tuvo mucho que ver con ello. Se trata de una plaza declarada BIC y que pasa por ser la única conocida en forma de excavación de marés y con tipologías ajardinadas acordes con las viviendas mureres. En 2017 cumplió su centenario. El Ayuntamiento entró a corral como propietario en 2010 al llegar a un acuerdo con el grupo Balañá y ahora debe lidiar con la faena de dar nueva vida a la plaza.

Hace años que no se despliega un capote sobre la arena de ‘La Monumental’. El mejor pronóstico indica que solo podrá hacerse de forma esporádica. Lejos de clavarle la última banderilla, en la casa consistorial de Muro se opta por un nuevo concurso de explotación, con días de reserva para uso municipal y bases de convocatoria pensadas para eventos públicos y usos culturales. La medida no da para cortar las orejas del éxito anticipado pero no son malos pases de muleta para un coso exclusivo y patrimonial con capacidad para albergar a 4.500 espectadores. Por lo menos no se oirán los pitidos ni se extenderán los pañuelos de queja por abandono.

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