La puntera escuela de arquitectura ETH de Zúrich se fija en Mallorca: Este es el motivo

Los alumnos del catedrático Roger Boltshauser de la escuela más puntera de Europa visitan arquitectos, edificios y empresas de la isla que son líderes en sostenibilidad

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

Piedra, tierra, cal y madera son los principales materiales que custodia Mallorca, unos materiales que esta semana han servido de ruta a los alumnos del prestigioso catedrático Roger Boltshauser de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), la escuela de arquitectura más puntera de Europa y una de las mejores de todo el mundo. Roger Boltshauser basa su labor principalmente en la sostenibilidad y circularidad. Su trabajo se centra en la construcción en tierra compacta. «Es un material que se ha utilizado desde siempre, desde hace miles de años. Su investigación es ver cómo podemos coger esta técnica milenaria y llevarla a un sistema de alta tecnología. Es decir, cómo podemos volver a coger este material y que sea un sustituto al ladrillo o al hormigón», desgrana el profesor asociado Jon Garbizu. Resulta que Roger Boltshauser visitó la isla hace unos meses para impartir una conferencia y descubrió que en Mallorca la metodología no es tan diferente. De ahí surgió organizar una ruta con sus alumnos en Mallorca para visitar arquitectos, edificios y empresas que son punteras en sostenibilidad. 

Los alumnos del catedrático Roger Boltshauser de la escuela más puntera de Europa visitan arquitectos, edificios y empresas de la isla que son líderes en sostenibilidad

Los alumnos del catedrático Roger Boltshauser de la escuela más puntera de Europa visitan arquitectos, edificios y empresas de la isla que son líderes en sostenibilidad / R.F.

 Su ruta por la arquitectura que custodia la isla se ha diseñado en función de los cuatro materiales antes mencionados. Así, de lunes a viernes esta delegación de futuros arquitectos acompañados por el catedrático Roger Boltshauser y Jon Garbizu han visitado edificios construidos con estos materiales que son «los principales que se encuentran en Mallorca». En su itinerario no faltó la imponente Catedral de Palma o La Lonja, «dos magníficos ejemplos de construcción en piedra de marés». Han visitado la cantera de Can Casetes para entender el proceso de extracción y el corte de la piedra del marés. En Can Lis descubrieron una «obra maestra construida por Jørn Utzon, que utilizó materiales encontrados en la isla para construir esta maravilla».

Su hoja de ruta también ha pasado por varios edificios de TEd’A arquitectes. «Sus proyectos son reconocidos mundialmente siendo uno de los despachos con más influencia ahora mismo en el mundo de la arquitectura», recalca Jon Garbizu. Jaume Mayol les descubrió varias viviendas unifamiliares que han sido levantadas solo con materiales y recursos locales como piedra de marés, ladrillos de Felanitx, madera de la Tramuntana o baldosas hidráulicas producidas por Huguet en Campos. 

En esta semana de viaje por la arquitectura mallorquina también visitaron edificios construidos con tierra o arcilla, bien como bloques de tierra sin cocer como con ladrillos cocidos. Por ejemplo, explica Garbizu, acudieron a viviendas del IBAVI construidas con bloques de tierra compactada sin cocer. «De esta manera se reduce la huella de carbono al no necesitar energía para cocer el material. Eso se plantea como una alternativa sostenible a la construcción con ladrillo u hormigón», razona. Asimismo, pudieron ver varios edificios que emplean el ladrillo de Felanitx como material local, dejándolo visto y reduciendo así la cantidad de capas y de materiales a utilizar en los edificios. «Lo que permite una reutilización del material en el futuro. Entre otros vimos el estudio del pintor Damià Jaume, diseñado por Aulets arquitectes y un par de viviendas privadas del TEd’A arquitectes en Calvià y Llubí.

Su tour también ha pasado por una alfarería en Felanitx, donde los estudiantes entendieron los procesos de fabricación de ladrillos y tejas. Productos que se fabrican de manera manual y se cocinan en grandes hornos que utilizan como combustible las cáscaras de almendras. 

Los alumnos del catedrático Roger Boltshauser de la escuela más puntera de Europa visitan arquitectos, edificios y empresas de la isla que son líderes en sostenibilidad

Los alumnos del catedrático Roger Boltshauser de la escuela más puntera de Europa visitan arquitectos, edificios y empresas de la isla que son líderes en sostenibilidad / J.G.

La cal protagonizó otra de sus jornadas que les llevó a Campos para conocer la fabricación de baldosas hidráulicas de Huguet. Biel Huguetles explicó detallada mente el proceso de fabricación . «Después hicieron un taller donde cada alumno tenía que mapear y analizar los recursos de construcción que puedan existir en sus lugares de origen, siguiendo la misma metodología que hemos enseñado en Mallorca», desgrana Jon Garbizu. «No solo es ver cosas, queremos que los alumnos reflexionen y piensen sus proyectos desde el material», añade.

Su último día de viaje pasó por la Tramuntana ya que el material central era la madera. «Los forestales nos han mostrado el trabajo que desarrollan en esa zona tras la tormenta Diana, que arrasó toda esa zona hace un año. Se trata de entender que puede existir una gestión de los bosques en Mallorca, que ahora mismo no existe, para poder utilizar madera local como material de construcción». Así, el arquitecto Francisco Cifuentes, del despacho Aulets, les mostró todo el trabajo que están desarrollando desde Amarar, que da una segunda vida a los árboles arrasados por los temporales para transformarlos en muebles.

Motivo de orgullo

Biel Huguet confiesa que esta visita es un «motivo de orgullo» «Zúrich es la escuela que está en la vanguardia del estudio de arquitectura y de la sostenibilidad. A partir de aquí saldrán líneas de investigación que esperamos que en un futuro podamos colaborar para ayudar a desarrollar su parte teórica con nuestra parte práctica. Es un factor muy importante porque Huguet es una empresa innovadora. Hemos conseguido hacer crecer nuestro proyecto a base de la innovación. Hemos hecho de lo local y tradicional, una cosa contemporánea o e internacional, y en este camino queremos seguir». «Hay una gran generación de arquitectos mallorquines y logramos que gente de referencia en Europa nos visite. Lo que reivindico es poner en valor los oficios. Si tenemos oficios, seremos capaces de hacer cosas que vayan más allá. Si todo lo hace una máquina, hay poco margen de maniobra. Si queremos innovar, se necesitan manos, cerebros y personas detrás. Hacer pruebas, prototipos. Si los oficios artesanos se ponen al día, pueden hacer contribuciones muy importantes a la arquitectura». «Lo potente es que haya una retroalimentación», añade Sebastià Martorell de Aulets tras la visita de los alumnos de Roger Boltshauser.

«Nuestro trabajo principalmente es intentar enseñarles a los estudiantes que para construir necesitan entender los materiales. Es decir, vamos a pensar desde el principio con qué materiales vamos a hacer el edificio. Si lo vamos a hacer de madera, tendrá unas características, una altura... Al final es muy fácil porque es mirar atrás, entender cómo están construidas las casas de hace 200 años y analizar cómo podemos traducirlo a hoy en día. La manera en la que se construía es la más lógica de construir. Ha sido un poco esta especie de vuelta a los orígenes. Lo bonito de Mallorca es que es una isla y eso lo hace incluso más especial porque esta idea de lo local se potencia mucho más». «Construir con materiales locales en realidad debería ser lo normal», admite. «Desde Suiza hay un interés por Mallorca brutal. Es un ejemplo que no existe en ningún lado, en ningún sitio se ha hecho lo que se ha hecho aquí en los últimos años a nivel de entender los recursos de la isla y de intentar volver a explotar esos recursos», zanja Jon Garbizu.

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