OPINIÓN

Los héroes de Banyalbufar

Cortan la carretera de la Serra en protesta por las carreras de motos

Cortan la carretera de la Serra en protesta por las carreras de motos / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

La Mallorca acobardada debe honrar a los héroes de Banyalbufar, que cortaron la carretera de su municipio contra el atentado de las carreras de motos ilegales, bendecidas por la pasividad de la derecha y sobre todo de la izquierda. Por no hablar de la dejación de responsabilidad cómplice de las fuerzas del orden. Los vecinos acosados de un pueblo diminuto se enfrentaron con coraje a los chimpancés y gorilas que escupen sus gruñidos sobre Mallorca entera. No es un grito de propiedad sobre la isla, sino de pertenencia a la isla.

Cuidado con el mallorquín empreñado. No habrá grandes manifestaciones por la lengua o el paisaje, pero se multiplicará una resistencia palestina difícil de sofocar, porque su acción directa brota en pequeños núcleos. La lección de los héroes de Banyalbufar se resumía en su pancarta «Serra de Tramuntana, Patrimoni Mundial del Renou i de la Delinqüència Vial», un excelente resumen del Pacto de Progreso donde la sierra debe ser sustituida por Mallorca entera. Qué curioso resulta que una carretera se cierre durante media hora y no aparezcan las fuerzas del orden que permiten tácitamente la performance, cuando en Cataluña clamarían que se está produciendo un golpe de Estado.

Ha sido un golpe de dignidad, la última esperanza, aguardamos el pronunciamiento del lobby de pitiminí Tramuntana XXI, los apellidos que construyeron el Palacio de Congresos no van a salvar la montaña sagrada. En la reivindicación más importante desde la manifestación del TIL, los galos de la aldea toman la calle ante la falta de fe en la derecha y la renuncia de la izquierda que se ha consagrado a legalizar sa Feixina y el Beach Club del Baluard. En cuanto a los jaraneros, no haber construido una isla donde las carreras son imposibles. Si quieres una moto guay, la atascas en la Vía de Cintura o la exhibes en el salón de tu casa. Frente a la locura, el orgullo mallorquín renació durante treinta minutos, más tiempo que en los últimos ocho años. Camino del exterminio, los nativos tienen derecho como mínimo a una despedida honorable.

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