Lletra menuda: Una mina para la naturaleza

La naturaleza acostumbra a reclamar y recuperar, siempre que su pugna con la presión humana se lo permite, los espacios que le son propios. El paisaje de Mallorca presenta numerosas cicatrices de canteras explotadas al límite, o abandonadas por distintas causas, que logran maquillar un tanto la agresión sufrida con el rebrote y la capacidad de adaptación del medio natural. En muchos casos, entre lo uno y lo otro, nace una biodiversidad diferente. Por eso algunas antiguas canteras son hoy humedales consolidados, habitados por fauna y flora apropiada y más o menos reconocidos de forma oficial.

Uno de los casos más conocidos es el de las viejas minas de lignito de Sineu. Ya poco tiempo después de iniciar su explotación, en la pasada década de los 80, el agua subterránea comenzó a reivindicarlas y hoy conforman una zona húmeda de dos hectáreas, un entorno catalogado al que WWF concede una importancia biológica alta. Ha habido distintos intentos de abrirlo al público que no han prosperado. El PP retoma ahora la iniciativa de manos del diputado sineuer Pedro Alvarez, mediante una proposición no de ley que pretende ser el trampolín para que el Govern compre los terrenos y el gran hueco a Endesa. Todo un alivio para la eléctrica.

El término mina va asociado a riqueza. Es lo que se buscaba extrayendo el lignito del Puig den Bou y Son Vanrell. Hoy la riqueza del lugar es meramente ecológica y se contempla, dicen los promotores de la compra, como un modo de descongestionar la Serra y zona de recreo. Será en todo caso un uso muy parcial y que deberá estar controlado con rigor. La renovada riqueza se perderá si no se tiene en cuenta que los verdaderos amos del humedal son los animales y plantas que han hallado sosiego en él. El exceso de curiosos sobra.

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