Lletra menuda

La necesidad de un viaje incierto

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Un recorrido en coche de caballos, y mucho más si transcurre en un entorno singular, tiene un encanto especial. Nada como la elegancia combinada del trote con el dibujo en movimiento de los radios de la rueda de la calesa. Por eso ha sido primero un transporte con signo de distinción para usuarios adinerados, preferentemente en ocasiones especiales, y después un servicio turístico largamente explotado y con aceptación suficiente para mantener su vigencia. Pero los tiempos evolucionan y las mentalidades con ellos. Hoy avanza la conciencia y la legislación del respeto animal. Las imágenes de caballos extenuados o vencidos por el sol, tantas veces repetidas en el casco antiguo de Palma, son ya inasumibles por un sector considerable de la población. De ahí que las calesas de siempre cuentan, probablemente, ya con más rechazo y protesta que clientela complacida. Entre lo uno y lo otro se hace imprescindible el tránsito hacia una nueva movilidad de una forma de ocio al uso en muchos lugares turísticos de Mallorca. Mientras que en Palma la polémica sobre la cuestión permanece enquistada desde hace tiempo, en Alcúdia emprenden la iniciativa para afrontar el necesario pero incierto viaje del tránsito desde la calesa de tracción animal a la eléctrica. Lo hacen con el equipaje del consenso entre Ayuntamiento y propietarios de los vehículos y en buena parte animados por la oferta de una empresa de Xátiva que se ha avanzado en la fabricación de los vehículos alimentados por baterías. Están dispuestos a ser banco de pruebas y se muestran conscientes del reto que supone evolucionar conservando la esencia de un transporte singular. Es decir, queda por ver si un carruaje eléctrico tendrá un atractivo semejante al de la ya vetusta tracción a caballo.

Suscríbete para seguir leyendo