Masificación en Mallorca | El Caló des Moro: una muerte a través del éxito

El mayor reclamo turístico de la isla se ha convertido en una víctima de la masificación. Su entrada en el ‘Top 50’ de mejores playas ha incrementado el ‘efecto llamada’

VÍDEO Y FOTOS | El Caló des Moro: el paraíso solo para turistas

B. Ramon

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

«Merece la pena solo por las vistas». Bajo un sol arrollador, a más de treinta grados de temperatura y con colas de hasta veinte minutos para bajar hasta la playa, así opina una pareja de turistas andaluces que esperan para bajar hacia el tan aclamado Caló des Moro, situado en la pedanía de Cala Llombards, en Santanyí. Sin importarles el nulo espacio disponible para poner su toalla sobre la arena, ni los tiempos de espera, ni la cantidad de gente que trataba de disfrutar de las paradisíacas aguas, parece que en 2023 los turistas están dispuestos a todo con tal de poder conseguir aquella ansiada foto, o simplemente poder decir: «yo estuve aquí».

Durante el pasado año 2022, ya fueron muchas las quejas acumuladas por la masificación que la cala había sufrido, llegando hasta el ayuntamiento de Santanyí, quien limitó la circulación de vehículos debido a la gran saturación de gente a la que se sometía la zona. Se generaban hasta cuatro horas de cola que, algunos, estaban dispuestos a hacer. Este año la situación no parece que vaya a cambiar mucho, y la inclusión del Caló des Moro entre las 50 mejores playas del mundo, según el rotativo británico The Daily Mirror, parece haber caído en la redundancia de reconocer una belleza natural que se reconoce por sí sola. Si a la alta posición (23) que ocupa en dicho top se le suman las decenas de posts que a diario inundan las redes con imágenes del Caló y de Cala s’Almunia, ubicada justo al lado, se forma un cóctel de influencias que termina por clasificar a la playa como un indispensable durante cualquier visita a la isla. El efecto llamada parece ya imparable.

«Todos a los que sigues en Instagram y vienen a Mallorca hablan del Caló des Moro. Está considerada como una de las calas más emblemáticas y conocidas de Mallorca», comentan Nerea Ponte y Clara González, dos turistas gallegas quienes, precavidamente, han madrugado para poder encontrar algo de sitio. «Salimos de Alcúdia a las 7:30 de la mañana y llegamos aquí sobre las nueve. Ya no encontramos sitio, ni en el párking ni en la playa. La cala desde arriba es súper bonita, el agua es cristalina, aunque luego allí, de tanta gente que hay, ni se aprecia. No llegamos a estar ni una hora», explican mientras emprendían su viaje de regreso hacia el coche. Ambas son conocedoras de la situación que atraviesa la zona, y apuntan que «ya sabíamos que iba a haber mucha gente y vinimos pronto, pero claro, estaba abarrotada. Que haya tanta gente estropea la cala».

El vigilante de seguridad que se encuentra en el acceso directo al litoral, asegura que «a las 9:30 de la mañana ya he tenido que cortar el acceso». El aparcamiento principal se ubica en Cala Llombards e implica una larga caminata hasta el agua. Sin embargo, también hay zonas de aparcamiento en la carretera de acceso a la playa, custodiada por el mencionado vigilante, cuyo aforo también es limitado. Sobre las calles han tenido que ser pintadas líneas amarillas que indicasen la prohibición para aparcar, pese a que, según algunos vecinos, «se lo siguen saltando». Estos mismos vecinos colocaron grandes rocas en algunos laterales de la carretera para evitar el estacionamiento de coches en algunos terraplenes. Pilar Tous, vecina de la zona, lamenta el estado del Caló y recuerda cómo hace diez años « solo había diez o quince personas en la playa».

Tous comenta que la degradación de las playas y las zonas verdes ha avanzado a pasos agigantados estos últimos años, pudiendo encontrar botellas vacías, kleenex y hasta compresas entre la vegetación que envuelve los senderos de tierra por los que los turistas circulan para entrar y salir. La Fundació d’Amics des Caló des Moro, quien adquirió en 1998 los terrenos colindantes a las calas con tal de ejercer una labor de protección, tiene un pequeño puesto de bebidas en la entrada de la playa regentado por un joven que cada mañana, antes de comenzar su jornada laboral, se dedica a limpiar la zona de los residuos que pudiesen quedar del día anterior. «A las ocho de la mañana, cuando yo entro, ya hay bastante gente», relata.

Esta misma fundación ha establecido dentro de su propiedad unos caminos delimitados con vallas de madera por los que los bañistas deben circular y así evitar la contaminación de las zonas más frondosas de la costa, que de este modo quedan protegidas. También colocaron carteles a lo largo de los senderos en los que se hacen recomendaciones para tratar de mantener el estado del paraje.

Otros sitios saturados

Pese a todo, es Caló des Moro sigue teniendo una belleza natural que supera cualquier adversidad que el ser humano pueda generar. Así lo confirman la pareja de turistas andaluces que estaban haciendo cola para bajar a la playa: «Encontramos la cala a través de unos foros de internet. A la hora de entrar en coche es un poco más complicado. El acceso está un poquito masificado, queríamos conocer lo más famoso y, a priori, en todos lados aparecía esa cala como la que más».

Algunos lugares como el mirador de sa Foradada, Cala Deià, es Trenc o sa Calobra ya se han convertido en víctimas absolutas de la masificación turística que azota la isla durante el verano. Pese a los esfuerzos de las autoridades llevan haciendo los últimos años por parar este fenómeno, como las restricciones en el Cap de Formentor, donde se ha tenido que limitar el acceso de los vehículos privados y acotar unos horarios para evitar las grandes aglomeraciones de gente que se producían, parece imposible a día de hoy encontrar una solución factible a uno de los mayores problemas de Balears.

La situación no parece que vaya a cambiar. Todas las partes implicadas (autoridades, vecinos, plataformas, etc.) están haciendo todo lo posible por mantener vivo este pedazo de paraíso en Mallorca. Sin embargo, quizás recibir a los turistas en el aeropuerto con una enorme foto del Caló des Moro ya no sea una buena idea.

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