Agricultura

La sequía precipita la cosecha de cereales en un intento de salvar la producción

Los payeses expresan su preocupación porque la falta de lluvias se ha convertido en una constante que condiciona el futuro de la actividad agrícola

Campo de cereales en el Pla de Sant Jordi en el que ya se acumulan las balas.

Campo de cereales en el Pla de Sant Jordi en el que ya se acumulan las balas. / Pere Joan Oliver Orell

Joan Frau

Joan Frau

Durante estos últimos días proliferan en la ‘foravila’ de Mallorca las típicas imágenes de balas de cereales sobre unos campos que en un tiempo récord han pasado de ser verdes a amarillos, como si el verano se hubiera instalado de golpe en el interior rural de la isla. Es una postal clásica de la época estival, pero la sequía la ha avanzado aproximadamente un mes porque el clima ha provocado una rápida maduración de los granos. La falta de lluvias y el tiempo seco ha precipitado la cosecha de los cereales, una situación que los payeses ven con mucha preocupación porque, entre otros aspectos, «los granos estarán más vacíos que otros años» y, en consecuencia, la rentabilidad económica será mucho menor.

La sequía afecta a todos los tipos de cereales, tanto a los que se destinan a comida para los animales como a los que producen grano para su transformación en harina. En todos los casos la producción será mucho menor.

Miquel Coll, presidente de la Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca (Apaema), constata esta preocupante tendencia y añade que «incluso hay productores que destinan el cultivo a hacer ‘garba de vena’ (rollos de cebada o avena) para alimentar a los animales ante la ausencia de grano». Coll explica que la situación es muy diferente de un cultivo a otro, en función de las lluvias, aunque en general, «la primavera ha sido muy seca» y ello se traduce en unos cultivos menos abundantes. 

La consecuencia es que «el rendimiento por hectárea será más pobre y los precios subirán». En algunos campos, los cultivos «han quedado pequeños y se perderán». «La situación es muy preocupante, y no solo para los cereales; los olivos, que ahora están en plena floración, no producirán los frutos si sigue sin llover», explica el presidente de Apaema.

Por su parte, Joan Mora, presidente de la cooperativa agrícola de Porreres, lamenta que este año el cereal «va demasiado rápido, se ha precipitado mucho» debido a la falta de lluvias. «Y menos mal que todavía hace un poco de viento del norte, porque si hace un par de días de calima la situación será mucho peor», añade. 

Mora apunta que todos los cereales se han visto afectados por la sequía extrema. «Los cereales primerizos han cambiado el color a dorado en dos días, pero ahora ya se está volviendo blanco, mientras que los que se sembraron entre enero y febrero también quedarán blancos rápidamente si hace dos días de más de 30 grados», explica. 

En este caso, cuando el cereal pierde el saludable color dorado, que es el ideal para la cosecha, genera un producto «de mala calidad», un grano que acumula «poco almidón y mucha cáscara». «Cuando lo llevas a un almacén, te ven venir, el peso específico resultante es muy bajo», explica. A modo de ejemplo, un producto de calidad «excelente» genera 800 gramos productivos por kilo cosechado, pero este año «en algunos casos no alcanzarán ni los 600 gramos», indica Joan Mora. «A nivel económico saldremos mal parados», concluye.

Sin grano como el de antes

El presidente de la cooperativa agrícola de Porreres maneja una cosechadora desde hace 32 años y asegura que «hace mucho tiempo que no veo grano como el de antes, grande e hinchado». 

Mora admite que hasta la fecha era «algo reacio» a creer en las consecuencias del cambio climático porque toda la vida ha visto oscilaciones del clima, con cosechas buenas un año y no tanto el siguiente. «Pero poco a poco estoy viendo que algo no funciona bien; las lluvias van a menos de cada día y además están muy mal distribuidas, y es que el domingo pasado cayeron 30 litros en Sant Llorenç, pero en Porreres no cayó ni una gota», dice.

Sebastià Ordines, secretario general de Unió de Pagesos, por su parte, coincide con sus colegas en valorar la situación como casi dramática, una consecuencia del cambio climático «contra el que no se puede luchar». Ordines explica que «no importa ser payés" para darse cuenta del hecho extraordinario que supone la presencia de balas de cereal en los campos a estas alturas del año. «Esto no debería pasar hasta dentro de un mes, pero si no se recoge ahora, posiblemente más adelante ya no quedará nada».

En definitiva, considera que la rentabilidad agraria «será cada vez más complicada» debido a los progresivos cambios que experimenta el clima.

Reclaman más inversiones en gestión del agua

El secretario general de Unió de Pagesos, Sebastià Ordines, aboga por la creación de una mesa permanente de cambio climático dotada con un remanente económico para hacer frente a todos los problemas derivados de la emergencia climática. A su entender, sería más efectivo que constituir mesas de sequía de forma coyuntural, ya que este problema se ha convertido en algo estructural. «Hace tiempo que padecemos la sequía, debería planificarse con más tiempo», apunta. «Estábamos acostumbrados a un clima y a unos cultivos determinados, pero ahora todo esto está cambiando y si seguimos igual que hasta ahora la cosa irá a peor», avisa el representante de Unió de Pagesos.

Ordines es consciente de que «no podemos hacer que las temperaturas bajen, pero podemos regar y llevar adelante otras propuestas» que ayudarían a mitigar la gravedad de la situación. 

Por ello, este sindicato agrícola reclama la puesta en marcha de inversiones para «dotar a las redes de agua depurada para uso agrícola». Considera que, con la situación actual, «no debería desperdiciarse ni un litro de agua al mar» y, a pesar de que la inversión «es muy potente», la administración «debería apostar por este camino» porque, en caso contrario, el futuro de la agricultura será cada vez más negro en Mallorca.

El aprovechamiento de las aguas terciarias es cada vez más frecuente en la isla, pero Ordines cree que «hay que ampliar las redes existentes y crear de nuevas» para que todas las explotaciones agrícolas puedan aprovechar estos caudales que, en tiempos de sequía extrema, adquieren un valor fundamental para la actividad agrícola y ganadera.

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