Lletra menuda: Una inercia sospechosa

Llorenç Riera

Llorenç Riera

La conselleria de Transición Energética confirma que los permisos de acceso y conexión eléctrica del macroparque fotovoltaico entre Inca y Selva han caducado de forma automática y, por tanto, le deniega la autorización. Una actuación de manual por parte de la Administración que, sin embargo, llama la atención en cuanto a la actuación de los promotores.

Resulta sorprendente que un proyecto de esta envergadura quede paralizado así, sin más, pese a la fuerte oposición municipal, ecologista y vecinal que soportaba y que, según todos los indicios, no va a cesar. Aquí puede haber gato encerrado, de lo contrario, lo lógico hubiera sido que se levantara la bandera blanca de la renuncia y la paz social.

El tiempo dirá y clarificará la situación. Piensen que estamos en época electoral y que nadie está en condiciones de defender un macroparque fotovoltaico con 75.000 placas a los pies de la misma Serra y en un espacio rural tan reducido como el que separa Inca de Selva. No sería extraño que, en realidad, estuviéramos ante una tregua.

Además, tengamos en cuenta que no se trata ya solo de un parque o una extensión de terreno en concreto. Es la falta de regulación clara de una energía limpia que adultera el espacio rural y trastoca el paisaje. Y que también se convierte en una verdadero problema para la agricultura, por muchas fotos que se divulguen de ovejas pastando bajo las placas. Este periódico publicaba el domingo una amplia información en la que quedaba constancia de los más de 60 parques que aspirar a apoderase de tierra fértil en Mallorca y de cómo estos proyectos encarecen el precio de los terrenos y acaban expulsando a los payeses en una isla en la que siempre pierde la agricultura.

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