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Lletra menuda

Lletra menuda | Las emisiones de la sospecha

La forma en que se está gestionando el cierre y transformación de la planta de cemento de Lloseta ha desembocado en una situación que transforma cualquier emisión de humos de la gran chimenea en inquietud para todo el Raiguer.

El Govern y Cemex, la propietaria, apuntan que todo está en regla, al menos «de momento», en expresión del Ejecutivo, pero el polvo y el humo mantienen su condición de señal de alarma para colectivos sensibilizados como Reviure Tolfa. ¿A quién creer? ¿La razón está de una sola parte?

No constituye un signo de confianza comprobar que Cemex es arte y parte en la medición de la calidad de las emisiones, aunque no es menos cierto que la empresa propietaria sabe que se le tiene la vista encima y por tanto la menor alteración de las condiciones de explotación puede ser objeto de denuncia.

La fábrica de cemento de Lloseta ya está agotada, no solo como complejo de producción industrial, sino en su capacidad de convivencia con un entorno que ya ha tragado más polvo de lo recomendable y asumible.

Por eso y porque la sospecha y el deterioro paisajístico ya están incrustados en el ambiente de la zona, convendría invertir en la exquisitez y una mayor transparencia instalando medios de control neutrales o cuando menos institucionales. De este modo se ahorrarían polémicas y valoraciones tan contradictorias como las de ahora, cuando se ha despertado la chimenea. Y eso que, según el Govern, solo han sido cuatro días de junio. Pero pueden reproducirse porque Cemex mantiene permisos para quemar residuos y escorias.

Con permiso o sin él, no es menos cierto que la gente tiene derecho a saber qué aire respira.

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