La población de liebres cae en picado debido a una nueva cepa de la mixomatosis, una enfermedad vírica que ha afectado típicamente a los conejos y que desde 2018 se ha detectado en liebres. Con el objetivo de frenar el drástico descenso poblacional, el Consell de Caça ha aprobado reducir la presión cinegética sobre la liebre prohibiendo su caza con escopeta. Así, solo se permitirán las modalidades tradicionales de ca llebrer y cetrería, que suponen menos del 1,5% de la presión cinegética, además de tener un elevado valor patrimonial. La cetrería es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Por este motivo, se ha acordado mantenerlas. Otra de las medidas adoptadas ha sido reducir el número de capturas a la mitad, así, solo se pueden cazar dos ejemplares por cazador y día. Asimismo, la veda se avanza del 27 de diciembre a día 6, una medida que permitirá reducir la presión sobre la especie en época de cría. Y es que los indicadores apuntan que la abundancia de la liebre por kilómetro ha pasado de 2,01 en 2018 a 0,72 en 2020. 

El conseller insular de Promoción Económica y Desarrollo Local, Jaume Alzamora, detalló que dichas medidas han sido aprobadas por amplia mayoría: “El sector cinegético demuestra un compromiso con la sostenibilidad de la especie y de la caza. “La causa principal del declive poblacional de la liebre es la mortalidad provocada por la mixomatosis, no es la presión de la caza”, dejó claro Alzamora pero que puntualizó que “si se reduce dicha presión, se mejorarán un poco los parámetros demográficos y a largo plazo, cuando remita el brote, se contribuirá a su recuperación”.

De todos modos, en la reunión quedó patente la gran preocupación de los cazadores. “Será difícil reconducir la situación pero se está trabajando en ello”, admitió el asesor del Consell de Caça, Joan Bauzá, que aseguró que hará “falta mucho esfuerzo y constancia”.

 Una cepa nueva

“La mixomatosis es una enfermedad del conejo pero que gracias al trabajo de todos se ha aprendido a convivir con ella. En la liebre, es totalmente diferente. Es un virus nuevo que llega, una cepa nueva”, detalló el responsable del Servei de Caça, Tomeu Seguí, que recordó que esta especie era muy abundante pero que en cuestión de un año, incluso, seis meses ha entrado en “una espiral de descenso”. Seguí detalló que la mortalidad por caza es de un 20% mientras que la mortalidad natural de liebres por depredación es casi de un 50%. A estas cifras hay que añadir la mortalidad provocada por la mixomatosis que es de un 90%, “lo que significa que la población entra en regresión”.

Desde el Servei de Caça son “tremendamente pesimistas” cuando se pregunta por la recuperación de la liebre porque “biológicamente depende de ella”. “Nos pone en una posición de humildad ante la naturaleza. No hay presupuesto ni ciencia que pueda contrarrestar los efectos de la mixomatosis”, advirtió. “Dejar de cazar ha sido un gesto simbólico que demuestra la responsabilidad de los cazadores porque la recuperación depende de la propia liebre. El único punto positivo es que la liebre tiene un potencial ecológico para subsistir en condiciones limitadas”. Por ello, Seguí calculó que harán falta entre cinco y diez años para su recuperación.

El Consell de Caça es un órgano consultivo con 21 miembros entre representantes del Consell, administraciones, asociaciones de cazadores y GOB. Así, Toni Muñoz, de la entidad ecologista, calificó de “muy oportunas” las medidas adoptadas. “La administración cinegética está para regular la práctica cinegética en función de las informaciones científicas y técnicas que maneja. Por ello, aplaudimos las decisiones tomadas. No es fácil adoptar estas medidas pero la situación lo requiere”, razonó Muñoz mientras que Pedro Vanrell, presidente de la Associación Balears d’Entitats de Caça (ABEC) aseguró que los cazadores están muy concienciados con las consecuencias que tiene esta enfermedad, por ello, ven con buenos ojos las medidas adoptadas.

La población del ferreret, un anfibio endémico de la Serra de Tramuntana, ha duplicado el número de ejemplares hasta alcanzar casi los 14.000 en los últimos 30 años. Se trata de un paso muy importante teniendo en cuenta que se trata de una especie en peligro de extinción.

La Conselleria de Medi Ambient ha llevado a cabo el recuento anual de ferreret y se han contabilizado un total de 30.787 larvas, un número similar a los dos años anteriores, cuando se contaron 29.314 y 29.672. La población muestra una tendencia al alza, ya que, desde que comenzaron los recuentos en 1991; a raíz de la puesta en marcha del primer plan de conservación; la población se ha duplicado, entonces se calcularon 13.914. El Servicio de Protección de Especies ha realizado el seguimiento a las diferentes poblaciones entre los meses de junio y agosto, que es la época en la que hay más larvas.