Un año después de perder a su hijo, de 29 años de edad, mientras practicaba ciclismo, Joan Pol y su mujer, María Inmaculada Munar, matrimonio de Binissalem, se siguen sintiendo totalmente indignados por como ocurrió el terrible suceso; una tragedia que, en su opinión, pudo evitarse. Y una situación, la del tramo de la carretera de Lluc, en donde tuvo lugar -poco antes del Salt de la bella dona-, que no ha mejorado en lo que se refiere a seguridad para los ciclistas.

Joan Pol explica que ahora, un año después, cuando por fin ha conseguido arreglar todos los trámites y documentación personal que deben llevarse a cabo en caso de defunción de una persona joven, casada y sin hijos, es cuando ha decidido hacer pública su indignación. Sobre todo con la Administración.

Pol asegura que "no es normal" que en una carretera por la que circulan miles de ciclistas todos los años, y la cual incluso se promociona como ruta turística para esta modalidad deportiva, se encuentre sin vallar adecuadamente y simplemente cuenta con un muro de muy baja altura que no protege ni sirve para evitar sucesos como el de su hijo.

Cabras salvajes

Además, "teniendo en cuenta que en las fincas colindantes vive una prolífica población de cabras silvestres que campan a sus anchas y que, una y otra vez, cruzan la calzada provocando accidentes. Alguno con final muy trágico", recuerda el afectado padre.

Pol exige que, o bien el Consell de Mallorca, a través del departamento de carreteras, o el Govern de les Illes Balears, tomen las medidas oportunas para que no haya más accidentes ni más muertes que podrían ser evitables. "La pérdida de un hijo te marca de por vida", asegura Pol.

Este padre también lanza un mensaje personal a los representantes de las dos instituciones supramunicipales anteriormente mencionadas, de las cuales, dice, que todavía nadie ha tenido la delicadeza de presentarle las condolencias por la muerte de su hijo Miquel.Una cabra se cruzó en la calzada e intentó esquivarla

Cabe recordar que el 18 de junio del año pasado, Miquel Pol Munar, gran aficionado al ciclismo y miembro del Club Ciclista Mancor, circulaba junto con otros tres compañeros por la carretera de Lluc. Sobre las 19 horas, cuando el grupo descendía por la citada vía, una cabra cruzó la calzada, Miquel intentó esquivarla, fue perdiendo el control de su bicicleta, topó con el pequeño muro y se precipitó, montaña abajo, por un despeñadero de unos 12 metros de altura. La mala suerte fue que el joven cayó sobre una gran roca golpeándose con fuerza contra la parte izquierda del pecho, concretamente en la zona del corazón, lo que le ocasionó la muerte prácticamente en el acto. Un suceso, reitera su padre, que, de haber estado la carretera dotada de la seguridad que requiere, no se habría producido.

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