Aunque el fila, fila de La Balanguera suene y se tararee en actos institucionales, el oficio de hilar a la mallorquina, que desde hace cinco años se arman de coraje para sacar adelante el proyecto Natural Felt que pretende dar valor a la lana de las ovejas locales. "Algo tan simple como conseguir el sello de 'Hecho con Lana de Mallorca", pues no se puede tener porque nos dicen que la fibra no está catalogada o sea que lo de crear un circuito justo con pastor y criador para aprovechar toda la materia prima de aquí para el mundo textil sí que va un poco para largo", se sincera Marcote.

Pero la paciencia y la persistencia es una de las armas con las que aseguran contar estas dos mujeres que se definen como "amantes de la lana y del maravilloso mundo de la fibras, las texturas y los colores". Explican que todos estos años de patearse puestos de venta en mercados y ferias de pueblos de Balears les sirven también para toparse con las tradicionales comitivas oficiales de cargos políticos que al ver el montaje con la rueca se acercan a ellas, "y ese momento aprovechamos para decirle a Bauzá o a Armengol o al que sea, lo que queremos, y siempre nos dicen que sí a todo, pero después es muy complicado dar un paso más", cuenta Marcote.

El proyecto que acunaron en 2013 y que sigue adelante es tan sencillo y revolucionario como recuperar la lana balear como materia prima, y crear un proceso de producción artesanal global que incluya todas las técnicas de fabricación, como hilado, tejido, telar o fieltros. Y con esta idea en la cabeza comenzaron a visitar payeses para intentar aprovechar la lana local para creaciones textiles y evitar que se venda fuera de la isla. Flavia Flores describe el proceso que sigue actualmente la lana de los grandes productores, "Yo creo que no se valora lo buena que es y mayoritariamente se malvende. Se manda a unos lavaderos en la península y de ahí se va a Marruecos o a China. Nosotras calculamos que cada año pueden salir 500 toneladas, y después están todos los pequeños productores que directamente la tiran después del esquilado".

Cuentan que cuando comenzaron su ruta por fincas en búsqueda de lana tuvieron una señal que les indicó que estaban por el buen camino, y es que recibieron una llamada telefónica de una empresa sugiriéndoles que se dejaran de tonterías y abandonaran la idea de comprar esta materia prima. "Eso nos animó mucho y por eso seguimos en ello", bromea Flores. Estos cinco años se han creado su equipo de payeses de diversas fincas que participan y les venden la lana "pero si no tenemos más máquinas no podemos producir más, nos sobra con lo que hay", advierte Marcote, por lo que el proyecto más inminente es aumentar la maquinaria. A partir de ahí es cuando las luchadoras se convierten en soñadoras y Flores se pregunta "y por qué no imaginarse con más trabajo, más productores y más personas formándose y trabajando en esto".

De momento siguen su labor diseñando nuevos productos, como las nuevas sandalias en las que utilizan camisetas recicladas y suelas de corcho, y también realizando todo el proceso que pasa por limpiar la lana de tierra o piedras, pasarla por la escarmenadora, lavarla, secado a mano, cardado de la fibra, el hilado y darle color con tintes naturales.

Y todo combinado con las citas en mercados artesanales y ferias de temporada tanto en las islas como en foros nacionales de temas textiles y de productos ecológicos. "Esa es otra batalla difícil de entender, porque no podemos conseguir un certificado ecológico ni vender en mercados ecológicos aquí, y en cambio las ferias de Barcelona, Bilbao o Madrid nos llaman e incluso nos piden que hagamos conferencias sobre la recuperación de la lana de las razas autóctonas mallorquinas. Somos embajadoras y no costamos nada a las instituciones".