La asociación Tia Xiroia de Sencelles ha lanzado una campaña de recogida de firmas para apoyar el proceso de canonización de la beata Francinaina Cirer. Esta entidad, que se constituyó hace diez años, se ha convertido en el motor de las fiestas locales y de las iniciativas relacionadas con la beata Francinaina.

Una causa que podría explicar el motivo de esta sorprendente iniciativa sería el indisimulado disgusto que provocó en Sencelles el anuncio sorpresa, a mediados del pasado mes de enero, de la canonización exprés del beato Juníper Serra. El agravio comparativo es más que evidente. Aunque Juníper Serra fue beatificado en 1988 y Francinaina Cirer un año después, ésta última cuenta con más fervor popular en Mallorca.

El Papa Francisco decidió, unilateralmente y de manera sorpresiva, que Juníper Serra sería reconocido como santo aprovechando una futura visita a los Estados Unidos que va a producirse el próximo mes de septiembre. El hecho de que el Papa decidiese saltarse toda la burocracia y parafernalia de estos casos, provocó el daño colateral de ver relegado el proceso de la beata Francinaina.

Según Jordi Llabrés, presidente de la entidad Tia Xiroia y cronista oficial de Sencelles, "la Beata ya merece ser reconocida por la Iglesia Católica con el título de santa ya que su vida y obra son un ejemplo muy válido para la sociedad de nuestros días".

El proceso que debe seguir un candidato que ya cuenta con la condición de beato para que la Iglesia lo declare santo es largo, costoso, complicado y dividido en dos etapas. La primera etapa es la aprobación de un segundo milagro. Durante la segunda etapa, la Congregación para las Causas de los Santos examina este segundo milagro presentado. Se requiere que este segundo hecho milagroso haya sucedido en una fecha posterior a la beatificación. Para examinarlo la Congregación sigue los mismos pasos que para el primer milagro (el de la beatificación). El Papa Francisco decidió saltarse todos estos trámites apelando al proceso llamado canonización equivalente, es decir sin la necesidad de aprobar un segundo milagro y debido a la probada veneración popular.