"Tenía un carácter animoso, entusiasta; de mi madre recuerdo su gran afabilidad pero también su gran firmeza en los momentos necesarios. Dedicó sus energías y su honestidad en la militancia, para defender los derechos humanos para que la sociedad fuera más justa y más libre", recuerda Vida, la hija primogénita de Frederica Montseny Mañé, la que fue primera mujer ministra de la Europa occidental, cuya vida y obra repasará hoy, en el Teatre de Manacor a partir de las 19,30 horas, dentro del homenaje a las mujeres sanitarias organizado por el Col·lectiu de Dones de Llevant.

Precisamente este año se cumplen dos décadas desde que Montseny muriera en el exilio francés de Toulouse, donde se refugió junto a su familia en 1939 tras la victoria de las tropas franquistas y su entrada en Barcelona.

"Por circunstancias de la vida", la escritora anarcosindicalista nació en Madrid, el 12 de febrero de 1905, aunque pronto se mudaría con sus padres a la ciudad condal. "Mis abuelos eran excepcionales", apunta Vida, llegada expresamente desde Francia. Ellos eran Joan Montseny y Teresa Mañé, más conocidos por los pseudónimos literarios de Federico Urales y Soledad Gustavo respectivamente, quienes en aquellos años editaban La Revista Blanca, publicación destacada dentro del pensamiento libertario durante el primer tercio del siglo XX. "Yo me crié con ellos, mi madre estaba ausente; recuerdo la gran cantidad de libros que había..."

Esa ausencia fue motivada por la entrada de Frederica en el equipo de gobierno del presidente republicano Largo Caballero, en calidad de ministra de Sanidad y Asistencia Social, en noviembre de 1936. Ella tenía tres años, pero con el tiempo se dio cuenta "de lo difícil que fue para mi madre aceptar. Fue un sacrificio para ella, al ser anarquista, entrar a formar parte de un gobierno. Pero el momento era excepcional, pero el deber ganó a las convicciones".

Apenas tuvo un año para trabajar, pero su labor, aunque muchas de sus propuestas no llegaron a ser aplicadas, supuso un auténtica modernización del sistema sanitario español: el combate contra las infecciones y epidemias, un calendario de vacunaciones, el control de los productos farmacéuticos, nuevos protocolos de higiene o la implantación nacional de la técnica del yeso en la rotura de huesos, para evitar la cangrena.

Aunque su aportación más recordada fue la proposición de ley del aborto, que permitía la interrupción del embarazo si aún no se había sobrepasado el tercer mes. Pero pronto se topó con la oposición de sus correligionarios masculinos de gobierno primero, y la Guerra Civil después. "Era demasiado moderna para su tiempo". Tanto que hubo que esperar 50 años para la aprobación de una ley similar. "Ahora estamos volviendo peligrosamente hacia atrás..."

"Tuvimos que marchar de un día para otro, cruzando a pie los Pirineos, pensando que en Francia nos recibirían bien, pero no fue así", explica Vida Primavera Alba Esgleas Montseny, nacida en 1933 y que hasta hace tres años no pudo recuperar la nacionalidad española y se llamó Ivette Gambier. "Mis padres no dejaron de luchar ni un solo día", enrolados en la CNT. Frederica Montseny pisó de nuevo Catalunya tras la muerte del dictador, aunque siguió residiendo en Toulouse.