"Después de 20 años, los cossiers han encontrado el eslabón perfecto de una cadena que se perdió en 1939, cuando ya estaba muy oxidada, y que ahora vuelve a estar llena de vida". Así presentó Francesc Vallcaneras el primer acto de conmemoración de las dos décadas del ritual que volvió a bailarse el 16 de agosto de 1992 después de un largo silencio. Un periodo que permite a los impulsores ser optimistas "porque la cadena vuelve a ser fuerte", como lo demuestra el hecho de que algunos de los jóvenes que hoy danzan "ya han visto los cossiers toda su vida", apunta Vallcaneras.

Y, ciertamente, podría decirse que la tradición cossiera de Alaró vive su mejor época de los últimos cien años, porque aunque históricamente cuenten las crónicas que esta danza se seguía en el pueblo con mayor intensidad que en ningún otro rincón de la isla, la verdad es que en el siglo XX la tradición se desvaneció casi por completo. A pesar de ello, se tiene constancia de su presencia cada más o menos veinte años: en la primera década, en los años 20, en 1939 -y un baile en Palma en 1943- y en 1977. Este último intento, con Pep Toni Guardiola como director, estuvo a punto de fructificar, e incluso bailaron en la iglesia el día de Sant Roc.

La siguiente promoción fue la liderada por las investigaciones de Vallcaneras a finales de los 80. Entrevistó a los viejos cossiers, escarbó entre archivos históricos y, fruto de ello, publicó un libro en 1990. Quedaba la etapa decisiva: encontrar un grupo de voluntarios dispuestos a bailar. Y para ello el folklorista no dudó en tocar todas las puertas, y acudió a la televisión local, a la parroquia, al alcalde y también pidió ayuda a Antònia Pizà, bailadora de ´ball de bot´.

Uno de los que acudió a esos encuentros iniciales y que finalmente bailó en 1992 fue Felip López, que recuerda una reunión con gente relacionada con la Obra Cultural Balear del pueblo y los concejales Pep Verd y Paco Coll: "Hojeábamos el libro de Antònia Ordinas en el que cita los cossiers del 77 y nos planteamos crear otra vez el colectivo, pero Paco nos dijo que Vallcaneras estaba preparando el libro y lo mejor era contactar con él". Poco después se organizó una reunión en la que se presentaron unos 50 voluntarios, muchos de ellos ´fichados´ por Antònia Pizà, a la que Vallcaneras define hoy como su más fiel colaboradora en estos 20 años.

En un artículo publicado en la revista Noves i Parers de agosto de 1992, Vallcaneras recuerda que a la hora de definir las danzas y la música, a pesar de unas pocas partituras y unos recuerdos muy difusos, partían de cero. Y contactó con Aina Sansó, con Pep Toni Rubio para las músicas, y con Dolors Guilabert, Lluís Caldas, Mateu Coll y Tomeu Ribas para el diseño del vestuario. Tomàs Salom y Pep Rotger empezaron a hacer sonar tambor y ´xeremies´, y los ensayos tomaron forma. Felip López recuerda que los primeros vestidos defraudaron a muchos, y desde un primer momento se plantearon renovarlos -se hizo en 1996 y después, en 2009- buscando ser más fieles a las imágenes antiguas: "Ni las telas relucientes, ni los colores, ni los guantes o las medias blancas eran lo apropiado. Basta decir que nos conocían como los cossiers ´almodóvar´".

La música

En cuanto a la música y los bailes se basaron en gráficos y descripciones del diccionario català-valencià-balear. López destaca la labor de Pep Toni Rubio a la hora de adaptar los sonidos, y en cuanto a los pasos precisa que "se añadieron diversas partes para alargar algunas danzas y se creó un baile completamente nuevo unos años después del estreno". Esos primeros años permitieron pulir algunos gestos "como lo de soltar el pañuelo en vez de agarrarlo con las dos manos, y eso fue gracias a mestre Perico Gallet, que lo bailó un día así en un ensayo", recuerda López. También se aprobaron unos estatutos de funcionamiento interno y se decidió en votación que sólo podían bailar hombres.

Finalmente, el día de Sant Roc del 92 los cossiers se estrenaron bailando en la iglesia parroquial y durante la procesión. Los primeros de esta etapa fueron Joan Pizà, Miquel Borràs, Nadal Ferragut, Jaume Rosselló, Nofre Bibiloni, Jaume Pascual, Joan Bibiloni -la Dama- y Felip López -el Dimoni-. Pero el camino sólo había empezado, y se trataba de convertir los cossiers en populares y en hacerse respetar. Ese fue el empeño del colectivo desde sus inicios y, según Vallcaneras, la prueba del éxito es ver ahora las calles del pueblo llenas de gente el día 16 por la mañana: "La gente ha sabido entender que los rituales marcan una fiesta y que una fiesta marca a un pueblo". El reto actual que plantea el investigador es el de encarar el futuro "manteniendo la independencia de los cossiers y agilizar su declaración como BIC".

López se refiere al futuro con alguna incógnita más: "Creo que se debe vigilar la dignidad del baile, y con esto me refiero por ejemplo a la sorpresa que sentí viendo a los cossiers vestidos participando en un ´lipdub´". Otra tarea pendiente, según el ex cossier, es "recuperar unas antiguas partituras de todos los bailes que se encontraron hace años escritas por el organista del pueblo".