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—¿Cuál es el episodio histórico más importante de la baja Edad Media mallorquina?

—Las Germanies. Ya no hablamos de una revuelta, sino de una revolución. Los ´agermanats´, en 1521, eliminan toda la estructura de gobierno existente y crean el primer gobierno popular de la historia de Mallorca. Los líderes fueron Joan Crespí y Joanot Colom, figuras que han sido reconocidas como benefactores tras los primeros gobiernos liberales en España de mediados del siglo XIX. Los ´agermanats´ querían mejorar la sociedad en la que vivían. Fueron reconocidos como ´instadores del bien común´.

—¿Quién dirigía el primer gobierno popular?

—En una primera fase fue dirigido por Joan Crespí, y más tarde por Joanot Colom.

—¿Las Germanies fueron el conflicto civil más sangriento de la Edad Media en la isla?

—Sí, costaron más de 2.000 muertes, mientras que la Revolta Forana provocó entre 800 y mil muertos.

—¿Ha extraído alguna conclusión del estudio de estos episodios violentos de nuestra historia medieval?

—Todos los movimientos sociales que aquí se estudian siempre pretendían mejorar la suerte de la comunidad, no la situación individual de cada uno, y esta es una diferencia importante con el mundo de nuestros días. Los tres episodios históricos quieren mejorar la calidad de vida de una determinada comunidad, y éste es un mensaje que tiene vigencia hoy en día, a pesar de que hoy parece que quien piensa esto es un tonto.

—¿Queda alguna evidencia en la actualidad de la sociedad mallorquina de la baja Edad Media?

—En la Part Forana se conserva mejor la cultura y la tradición mallorquinas, sobre todo en la zona interior, que no ha sido contaminada de algunos fenómenos existentes en los últimos años. A medida que he estudiado las Germanies, lo he considerado apasionante, porque el juramento de los ´agermanats´ se refiere a la fidelidad a la fe católica, y no a la Iglesia, que en aquel tiempo ya estaba del lado de las clases dominantes, la fidelidad al emperador, y estaba a favor de la abolición de la deuda pública. Finalmente, todos los ´agermanats´ debían apoyarse entre ellos para conseguir el objetivo supremo y colectivo.