Las alcaparras son tan pequeñas como difíciles de recoger. Este arbusto espinoso estaba muy presente en municipios como Campos o Llubí, pero la industria ha menguado por la competencia internacional. El administrador de Sa Llubinera, Miquel Ramis, explica que "en Turquía, Grecia y el norte de África las cabras se comían las alcaparras hasta que descubrieron que podían venderlas", porque sus montañas están plagadas de este fruto.

Así que, desde entonces, es difícil competir con la mano de obra barata. "Allí la venden ya encurtida a 1,94 euros el kilo, mientras que nosotros la pagamos ahora a 5 euros y aún la tenemos que procesar", explica Ramis. Hace una década que la compraventa de alcaparra mallorquina se frenó drásticamente y muchos productores locales no pudieron dar salida al producto y por eso arrancaron los arbustos. "Ahora en Campos casi todos los que las mantienen son jubilados; la alcaparra mallorquina se ha vuelto selecta", concluye Ramis.