Como en una película de Clint Eastwood, el pleno de ayer en Manacor estuvo plagado de miradas desafiantes, desagravios y golpes de autoridad al estilo far west. Unos porque se sentían especialmente reforzados, Joan Llodrà (Esquerra), por la presencia en la sala de su sheriff Joan Lladó y la ausencia del portavoz habitual de la coalición, Sebastià Gaià. Llodrà estuvo incisivo por momentos y discutió sobre el reglamento de intervenciones con el alcalde accidental, Antoni Mesquida, a quien primero le discutió su rango y veteranía como primer edil y con quien al final se fundió en comprensión.

Mesquida, el gran conciliador

El bueno, Mesquida, también recorrió una vereda similar hasta la redención. Primero entrando al trapo de Llodrà con algo de nerviosismo, para después aplaudir el buen entente entre partidos en determinados puntos del día, con frases como: "Ven ustedes qué fáciles serían los plenos con un poco más de cordialidad, entendimiento y diálogo", o la referente al nombre del nuevo auditorio: "Yo lo dejaría como Auditori de Manacor, para aunar los esfuerzos de todo un pueblo". El malo, puñetazo en la mesa incluido, fue el regidor de Hacienda, Llorenç Bosch (PP).