"La gente paga precios altos por cosas que no te lo esperas", destacaba el alcalde. Por ejemplo, el lote número 23, piezas curiosas: dos orinales y una escupidera en loza blanca, una aceitera y un frasco atrapamoscas en cristal transparente, que salía por 15 euros, fue adquirido por un pujante por 100 euros. Otro lote, formado por tres platos manufacturados en Inca en el siglo XIX, dos de ellos formando pareja con bordes gallonados y motivo central de ave en amarillo, que valían 20 euros, se pagaron a 360. Las cortinas de damasco que decoraban el despacho del alcalde, que costaban 30 euros, se llegaron a comprar por 120 euros.